Con motivo del Día Internacional de las Mujeres Rurales (15 de octubre) nos acercamos a conocer la realidad de las trabajadoras del té, un sector en el que el 70% de su mano de obra son mujeres. Se trata de una industria que depende principalmente del trabajo de las mujeres en las plantaciones para obtener la materia prima.

China e India son los principales países productores, seguidos de otros como Kenia, Sri Lanka o Vietnam.

La producción de té mantiene muchas características heredadas del modelo colonial, en el que la mayoría de las trabajadoras y trabajadores viven en viviendas proporcionadas por el empleador, en condiciones miserables (sin baño o letrinas, sin instalaciones de electricidad o agua potable adecuadas…) y con salarios ínfimos.

 

Por ejemplo, en las principales regiones productoras de té en India (Assam y Bengala Occidental), el salario medio de las trabajadoras del té es de menos de la mitad del salario mínimo de un trabajador agrícola no cualificado en el país.

Gran parte de quienes se dedican al cultivo del té son descendientes de familias campesinas pobres o pertenecen a pueblos indígenas que fueron reclutados y traídos como mano de obra esclava por los plantadores coloniales hace más de 150 años. Por tanto se mantiene una relación de dependencia con los dueños de las plantaciones. Las trabajadoras y trabajadores no son propietarios de las tierras que han estado trabajando durante generaciones, los míseros salarios no les permiten ahorrar y no tienen fuentes alternativas de subsistencia.

En el caso particular de las mujeres, en la práctica no pueden acceder a  puestos de promoción, por lo que trabajan casi exclusivamente como recolectoras.

En España el té no es una bebida tan popular como en otros países, aunque su consumo va en aumento. A nivel global, el mercado del té mueve cifras millonarias.

Cada día en todo el mundo se consumen 1.500 millones de tazas de té.

El avance hacia la necesaria igualdad de género

Conseguir la igualdad de género y empoderar a las mujeres rurales no solo es una cuestión esencial de derechos sino que además es un aspecto fundamental en la lucha contra la pobreza extrema y el hambre.

Por ello, el Comercio Justo tiene como uno de sus principios fundamentales la igualdad de género.

De ahí que todas las organizaciones de Comercio Justo deben cumplir una serie de aspectos que garanticen que las agricultoras, trabajadoras y productoras tengan las mismas oportunidades que los hombres para participar en la fuerza laboral, y que, en todos los casos, reciban el mismo salario por el mismo trabajo. También se comprometen a garantizar que las mujeres reciban todas las prestaciones correspondientes y se tienen en cuenta las necesidades especiales de salud y seguridad de las mujeres embarazadas y en período de lactancia.

Además, las cooperativas y organizaciones de Comercio Justo deben contar con un plan definido para promover la igualdad de género.

Por otro lado, se fomenta que las mujeres no solo sean trabajadoras sino que también asuman posiciones de liderazgo en la estructura de gobierno.

En todo el mundo hay más de un centenar de organizaciones que producen té de Comercio Justo, principalmente en India, Kenia o Sri Lanka. En ellas trabajan más de 400.000 personas que en el último año produjeron 180.000 toneladas de esta popular infusión.

180.000 toneladas de té producidas con criterios de justicia, derechos y equidad.

 

Por eso podemos decir que el té de Comercio Justo le sienta bien a todo el mundo.

 

Te presentamos la organización Ambootia, en India

Ambootia es una plantación de té de Comercio Justo de India, en la que trabajan 6000 personas. Ambootia ofrece salarios justos y competitivos, un programa de nutrición infantil, viviendas dignas, salud y educación para los trabajadores y trabajadoras. Los beneficios que generan se usan para mejorar las condiciones laborales y para programas de asistencia técnica a los agricultores/as. Con la prima de Comercio Justo han creado escuelas y han comprado equipamientos médicos.

 

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