En el Día Mundial de Lucha contra la Pobreza de este año, Naciones Unidas pone el acento en la necesidad del trabajo decente como un requisito esencial para garantizar la dignidad humana. El Comercio Justo recuerda que las condiciones de trabajo dignas, el pago de salarios y precios justos, y garantizar la acción sindical son algunos de los principios básicos de este modelo económico y comercial.

Bajo el lema “Trabajo decente y protección social para poner en marcha la dignidad», Naciones Unidas celebra este año el Día Mundial de Lucha contra la Pobreza (17 octubre). En este sentido, advierten de que “las personas atrapadas en la pobreza extrema a menudo trabajan largas y agotadoras horas en condiciones peligrosas y sin regulación; y, sin embargo, no pueden obtener ingresos suficientes para mantenerse a sí mismas y a sus familias”.

Con motivo de esta fecha, las organizaciones de Comercio Justo reivindicamos el alcance de este modelo económico y comercial, y su capacidad para combatir la pobreza y ofrecer una protección social a los colectivos más vulnerables.

El Comercio Justo en su principio 1 ya deja clara su motivación: el objetivo es la reducción de la pobreza a través del comercio. 

En relación con el trabajo decente, en concreto, el principio número 4 se centra en el pago justo a las organizaciones productoras. Este precio justo incluye 3 aspectos: precios justos a la producción, salarios justos y salarios dignos locales, lo que significa contar con salarios equitativos y libremente negociados. Deben ser también salarios que permitan un nivel de vida decente para la persona trabajadora y su familia. El nivel de vida decente se entiende que se logra cuando están cubiertas de manera adecuada las siguientes necesidades: alimentación, agua, vivienda, educación, atención sanitaria, transporte, ropa y otras necesidades esenciales y los gastos imprevistos.

Además, el principio 7 del Comercio Justo garantiza buenas condiciones de trabajo, en relación a salud, seguridad y horario

Otros principios del Comercio Justo completan la garantía del trabajo decente a través de otros aspectos esenciales como la prohibición del trabajo forzoso y de la explotación infantil. Igualmente importante es el respeto al derecho de todos los trabajadores y trabajadoras a formar sindicatos, afiliarse a ellos y negociar colectivamente, aspectos que recordemos en muchos países están prohibidos o su actividad está muy limitada.

El azúcar, un ejemplo de condiciones laborales indecentes

Para ejemplificar lo que significa la pobreza y las condiciones de trabajo indignas, nos centraremos en la producción de azúcar.

Para empezar diremos que la caña de azúcar es conocida como la “planta de la miseria”.

La producción de azúcar está muy extendida. 120 países en todo el mundo producen azúcar a gran escala tanto para satisfacer sus propias necesidades como para exportarla a otros países. El 80% del azúcar mundial se obtiene de la caña de azúcar y el 20% de la remolacha.

El corte y la recogida de la caña de azúcar son trabajos muy duros y que en muchos casos esconde formas de esclavitud moderna. En la mayoría de los países el corte de caña se sigue realizando de forma manual, ya que la mano de obra es sumamente barata y a las empresas no les interesa invertir en la mecanización.

A menudo, para llegar a un salario de miseria (suelen cobrar al peso, según cantidad cortada y recogida) se requieren jornadas extenuantes.

Para cortar una media de 12 toneladas de caña por día, el trabajador ha de caminar ocho kilómetros, dar decenas de miles de golpes y perder ocho litros de agua.

Por ejemplo, en Brasil, uno de los principales países productores, de las 25.000 personas que la OIT estima que trabajan en condiciones similares a la esclavitud, una buena parte trabaja en el corte de caña de azúcar. 3 de cada 4 son negros o mulatos.

O en Centroamérica, la industria de la caña de azúcar se caracteriza por salarios muy bajos que no permiten cubrir necesidades básicas como la alimentación. Además, debido a las pésimas condiciones de trabajo, entre su mano de obra se ha constatado una elevada incidencia de enfermedades como la insuficiencia renal crónica.

El azúcar, un producto emblemático del Comercio Justo

El azúcar es junto con el café y el cacao, uno de los productos emblemáticos del Comercio Justo. En todo el mundo más de 80 cooperativas y organizaciones trabajan en la producción de caña de azúcar bajo los principios del Comercio Justo en América Latina y Asia, y una parte minoritaria en África.

Una de estas cooperativas azucareras es Manduvirá, en Paraguay. Es una de las cooperativas históricas que provee producto al mercado de nuestro país de Comercio Justo desde hace varias décadas.

Su trayectoria es un ejemplo de lucha por la dignidad y de superación de la pobreza desde los principios del Comercio Justo.

Conócela aquí con el testimonio de una de sus trabajadoras, Laura López.

Conoce aquí por qué el azúcar de Comercio Justo sienta bien a todo el mundo: https://lesientabienatodoelmundo.org/ 

 

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