“La cooperación internacional en materia de cambio climático, migración, tecnología, comercio y la alianza de todas las partes implicadas puede fortalecerse aún más con la facilitación del sistema de la ONU. Todavía estamos a tiempo de lograr los ODS si actuamos ahora y lo hacemos juntos, aprovechando las sinergias que existen en la Agenda 2030.”
Así se refiere Liu Zhenmin, de Naciones Unidas, a los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el último informe de la ONU sobre estos retos.
Estado de la cuestión: Un planeta en peligro de extinción
Lo cierto es que esta importante Agenda, que retaba a los gobiernos del mundo a comprometerse con los derechos humanos a la vez que proteger el planeta de la crisis climática global, dista mucho de cumplirse a poco más de una década del deadline: 2030.
Estamos más cerca del 2030 que del cumplimiento de estos objetivos. Así que insistimos: Se nos va la vida en darnos cuenta a tiempo de que el actual modelo es insostenible para las personas y el planeta, y que hay que seguir trabajando en las alternativas que sí dan muestras de justicia y sostenibilidad. El Comercio Justo, entre ellas.
Dicho esto, hacemos un repaso al grado de cumplimiento de los Objetivos que, en materia de producción y consumo sostenible y responsable, más nos incumben desde el movimiento de Comercio Justo a nivel internacional.
Objetivo 12. Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles
El progreso económico y social en el curso del último siglo ha ido acompañado de una degradación ambiental que está poniendo en peligro los mismos sistemas de los que depende nuestro desarrollo futuro, y de hecho, nuestra propia supervivencia.
En todo el mundo, seguimos utilizando cantidades cada vez mayores de recursos naturales para apoyar nuestra actividad económica. La eficiencia con la que se utilizan estos recursos no ha cambiado a nivel mundial, por lo que todavía no hemos visto una separación entre el crecimiento económico y el uso de los recursos naturales.
Se requieren medidas urgentes para garantizar que las necesidades materiales actuales no lleven a una sobreexplotación de los recursos y a una mayor degradación del medio ambiente.
Deben adoptarse normativas para mejorar la eficiencia de los recursos, minimizar los residuos e integrar las prácticas de sostenibilidad en todos los sectores de la economía.
Reducir nuestra huella material es un imperativo mundial
La “huella material” se refiere a la cantidad total de materia prima extraída para satisfacer la demanda de consumo final. Es uno de los indicadores de las presiones que se ejercen sobre el medio ambiente para apoyar el crecimiento económico y satisfacer las necesidades materiales de las personas.
El nivel de vida de las personas de las naciones más ricas depende en gran medida de los recursos extraídos de los países más pobres
La huella material per cápita también ha aumentado a un ritmo alarmante. En el año 1990, se utilizaba alrededor de 8,1 toneladas métricas de recursos naturales para satisfacer las necesidades de una persona. En 2017, esa cifra aumentó a 12,2 toneladas métricas, lo que representa un incremento del 50%.
La mejora en la eficiencia del uso de los recursos no avanza con suficiente rapidez. En 2017, los países desarrollados utilizaron aproximadamente una quinta parte de los recursos naturales de los países en desarrollo para obtener la misma cantidad.
El progreso en el consumo y la producción sostenibles fomenta el progreso de todos los ODS
La transición hacia sociedades sostenibles y resistentes dependerá en última instancia de la gestión responsable de los recursos naturales finitos del planeta. Se requieren marcos e instrumentos normativos nacionales bien diseñados para permitir el cambio fundamental hacia modalidades de consumo y producción sostenibles. En 2018, 71 países y la Unión Europea informaron sobre un total de 303 normativas e instrumentos de este tipo.
Demostrar los beneficios de estas normativas a todos los ODS será esencial para comprender la contribución general del consumo y la producción sostenibles al desarrollo sostenible y para formar la alianza necesaria para apoyar un cambio transformador.
Objetivo 2. Hambre Cero. Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.
Los pequeños productores de alimentos son una parte importante de la solución al hambre mundial
Es imprescindible empoderar a los pequeños productores de alimentos para que participen plenamente en el desarrollo y así mejorar la seguridad alimentaria y reducir la pobreza y el hambre. Muchos de esos pequeños productores y campesinos son pobres, tienen recursos y capacidades limitadas, se enfrentan en forma periódica a la inseguridad alimentaria y tienen un acceso limitado a mercados y servicios.
Tanto los ingresos como la productividad de estos pequeños productores de alimentos son sistemáticamente inferiores a aquellos de grandes empresas. La proporción de pequeños productores entre todos los productores de alimentos en países con información disponible de África, Asia y América Latina varía de 40% a 85%, en comparación a menos del 10% en Europa.
Para mejorar la resiliencia y la capacidad de adaptación de los pequeños productores es importante ayudarlos a mejorar su productividad agrícola.
Resulta de igual importancia facultarlos para que puedan gestionar sus recursos naturales de forma sostenible, adaptarse al cambio climático y superar las barreras de acceso a los mercados, los servicios financieros, la información y el conocimiento.
El aumento vertiginoso de los precios de los alimentos afecta a países de varias regiones
Los efectos negativos inducidos por el clima, la inseguridad civil y la disminución de la producción de alimentos contribuyeron a los altos precios de los alimentos en al menos dos docenas de países de todo el mundo.
En 2018 y los primeros meses de 2019, el déficit de producción, la depreciación de las monedas y la inseguridad provocaron el aumento de los precios de los alimentos en varios países de África.
A nivel mundial, la proporción del producto nacional que se utiliza para remunerar a los trabajadores disminuye
La proporción del producto nacional que se asigna al mercado laboral es un indicador de si el crecimiento económico se traducirá en ingresos más altos para los trabajadores en el curso del tiempo.
Un aumento en el ingreso nacional puede llevar a una mejora del nivel de vida, pero esto depende de su distribución a través de los distintos aspectos de la producción, lo que incluye la mano de obra, el capital y el territorio.