Norma Mora es la coordinadora asociativa de la organización ecuatoriana Maquita Cuschunchic (MCCH) en la provincia del Chimborazo. En la entrevista nos cuenta cómo es su organización y, concretamente, su trabajo para consolidar la igualdad de género. Recientemente ha visitado España y ha participado en actividades organizadas por Kidenda, entidad que ha facilitado la realización de esta entrevista.

MCCH es una entidad que agrupa a más de 400 cooperativas y pequeños grupos artesanos y campesinos de varias provincias ecuatorianas. Su nombre, «Maquita Cuschunchic», es toda una declaración de intenciones. Significa «Démonos la mano comercializando como hermanos».

¿Cómo definiría a su organización?

El MCCH está trabajando con 300.000 productoras y productores de 17 provincias del Ecuador, bajo los principios de equidad, justicia, no violencia, no discriminación y participación activa. Trabajamos desde la idea de que cada provincia tiene su potencialidad.

Nuestro mayor valor es que la producción nace de la unión de varias personas, porque uno solo no hace fuerza, necesitamos unirnos.

Necesitamos un movimiento grande donde podamos exigir nuestros derechos, también frente a los gobiernos locales que son quienes gestionan nuestros recursos y por eso ahí también trabajamos. Nos sentimos un gran movimiento de la economía solidaria.

¿Cuáles son sus ámbitos de trabajo?

Trabajamos con grupos de mujeres, con los jóvenes y también con los hombres en temas de género, capacitación, formación… para que tanto ellas como ellos fortalezcan sus habilidades para ejercer su liderazgo y mejorar la producción agrícola.

¿Cómo trabajan para fortalecer la igualdad de género?

En primer lugar identificamos los patrones culturales en cada territorio. Después, estos patrones los modificamos a través de talleres, procesos de formación y encuentros dirigidos a hombres y a mujeres. Hemos trabajado bastante con las mujeres en el tema de recuperar la autoestima, en su propia valoración para que ellas se empoderen y tomen decisiones en la familia, en sus organizaciones y hagan incidencia política. La finalidad es que ellas ejerzan sus derechos, por ejemplo, en cuestiones como compartir los roles entre hombres y mujeres.

¿Es fácil cambiar las actitudes y estereotipos?

El eje central de nuestro trabajo es cambiar las actitudes y favorecer un cambio de vida, para que los hombres y las mujeres tengan una vida digna. A veces es un poco difícil cambiar las actitudes, es un proceso de largo tiempo pero lo estamos haciendo. Poco a poco las mujeres se han ido empoderando, ejerciendo su liderazgo, incluso algunas en cargos políticos.

¿Cómo es el trabajo con los productores?

Desde MCCH les apoyamos para que la producción sea mayor.

Trabajamos en cada zona segn sus características y potencialidades.

Primero identificamos estas potencialidades y reunimos a varios hombres y mujeres productores de una zona que quieran salir adelante. Con ellos formamos un grupo y establecemos una planificación, porque si trabajamos individualmente la producción no alcanza para poderla vender. Necesitamos volúmenes grandes, por eso reunimos a varios pequeños productores que tienen terrenos de 1 o 2 hectáreas. Nos organizamos, juntamos la producción de todos ellos, la procesamos y finalmente la vendemos. De la producción que generan una parte es para autoconsumo, otra es para la venta y la otra es para la semilla, es decir, para volver a sembrar.

¿Cuál es su producción principal?

Producción de caña de azúcar de la organización MCCH

El MCCH estamos en tres zonas del país: sierra, costa y amazonía. En la sierra la producción principal es panela, quinua, frijol, palmitos, frutas para hacer mermeladas y maíz. En la costa fundamentalmente producimos cacao y, aunque en menos volumen, arroz. Y en la amazonía sobre todo nos dedicamos al turismo responsable y comunitario. Cada zona tiene una producción determinada dependiendo de sus potencialidades.

Si ustedes vendieran su producción al mercado convencional, ¿qué diferencia encontrarían?

Bastante. La diferencia nosotros la encontramos al vender el producto en el comercio local donde los ingresos son muy bajos y, además, sufrimos la discriminación y el atropello de los intermediarios. Pagan bajo y nos “roban en la balanza” ya que en el momento de pesar, la balanza pesa unos cuantos kilos menos.

Cuando vendemos a través del Comercio Justo nosotros recibimos un precio justo, nos pagan lo que nos merecemos y podemos comercializar con dignidad. A veces, cuando vamos al mercado convencional, sentimos que nos roban y nos engañan y que nuestros productos no son valorados. Con el Comercio Justo no solo mejoran los ingresos económicos, sino que además tenemos un mercado para el que poder producir y en el que vender y no tener temor de que cuando saque la producción no la venda o tenga que regalarla ya que el mercado sufre muchos altibajos, no hay una política que garantice una estabilidad y fije un precio fijo.

El Comercio Justo para nosotros es una gran ayuda y supone realmente “darnos la mano”, como dice el propio nombre de nuestra organización.

¿Cuántos años lleva la organización?

MCCH lleva 28 años. Nació viendo las inequidades que sufrían los pequeños productores, los jóvenes y las mujeres en el sur de la ciudad de Quito. Empezó con el trueque de productos y más tarde vio la necesidad de apoyar en los procesos productivos.

¿Han notado un cambio tras estos casi 30 años de trabajo?

El cambio no se consigue de hoy para mañana, se va construyendo poquito a poquito, pero

hemos visto mejoras en las mujeres y los jóvenes en el aspecto económico y de liderazgo, ya van empoderándose y tienen sus ingresos para pagar, por ejemplo, la asistencia médica de sus hijos.

Ahora, además, los niños y jóvenes tienen un mayor acceso a la educación, ya no es como antes que había mucho trabajo infantil, ahora se ha aminorado. También ha disminuido la discriminación ya que hay mucha más participación de la mujer. Pero seguimos trabajando en todo ello, para que las mujeres no se vean como inferiores o dependientes del hombre, y eso solo se consigue poco a poco, mejorando su autoestima, su nivel educativo y los ingresos económicos.

¿Qué diría a un consumidor sobre sus productos?

Los productos de Comercio Justo son de pequeños productores, de gente humilde,

trabajadora que día a día hace un esfuerzo para mejorar su comunidad y su organización. Se trata de grupos organizados, de hombres y mujeres que luchan por salir para adelante. Decirles también que al apoyarlos lo están haciendo por una causa común, desde aquí por mejorar los ingresos de la población empobrecida y allá lo hacen para luchar y salir adelante no solo una persona sino todas las del territorio. Tanto aquí como allá tenemos fines comunes y debemos seguir adelante y no dejar de darnos la mano uno al otro.

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