En todas las regiones del mundo, las mujeres trabajadoras cobran menos que sus compañeros hombres, según datos de Naciones Unidas. Con motivo del Día Mundial de la Igualdad Salarial (18 de septiembre) recordamos que la remuneración equitativa es un principio esencial de las organizaciones de Comercio Justo.

De media en todo el mundo, las mujeres cobran un 20% menos que los hombres. Naciones Unidas calcula que las trabajadores ganan 77 centavos por cada dólar que ganan sus compañeros varones.

En determinados sectores productivos esta brecha salarial es considerablemente mayor, como en el cultivo del té donde llega a ser del 50%. En la recolección, el 70% de la mano de obra es femenina, para ellas ascender a puestos de más responsabilidad es prácticamente imposible por muchos factores.

 

Por otro lado, las mujeres tienen más probabilidades de estar desempleadas que los hombres, una realidad común a nivel global aunque hay diferencias entre las distintas regiones.

Otro dato a destacar es que sólo el 28% de las mujeres empleadas en todo el mundo disfrutan de una baja de maternidad remunerada (fuente: Naciones Unidas).

Estas cifras alertan de la desigualdad de género en el ámbito laboral, y que se engloba en las desigualdades históricas y estructurales que sufren las mujeres.

Avanzar hacia el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género real y efectiva es un aspecto esencial de los Derechos Humanos.

El Comercio Justo, los Derechos Humanos y la igualdad de género

El Comercio Justo, como movimiento que defiende y garantiza los Derechos Humanos, tiene como uno de sus principios la igualdad de género (principio 6). Así todas las organizaciones de Comercio Justo deben garantizarlo a través del cumplimiento de varios aspectos:

La igualdad salarial (misma remuneración por mismo trabajo) entre hombres y mujeres es uno de los más destacados. Pero además, las organizaciones de Comercio Justo promueven el derecho al empleo de las mujeres, su formación continua y favorecen su presencia en los órganos de dirección de sus organizaciones.

Todo ello contribuye al empoderamiento económico, personal y social de las mujeres y al avance en la necesaria igualdad de género.

Desde el terreno

Te presentamos algunas cooperativas y organizaciones de Comercio Justo y su trabajo específico en igualdad de género y Derechos Humanos:

En Nepal:

Foto: Ronny Hermosa

La cooperativa Mahaguthi, reúne a más de mil artesanos y artesanas, en su mayoría mujeres, organizadas en pequeños grupos de producción. Muchas de ellas viven en zonas aisladas del país. Su objetivo es garantizar unas condiciones de trabajo seguras y dignas.

Para las mujeres, su trabajo en Mahaguthi no solo beneficia su situación económica, sino también personal; su nivel de confianza y autonomía aumentan, lo que les facilita negociar sus derechos dentro y fuera de casa, y tomar sus propias decisiones. El hecho de ganar su propio salario hace que mejore su rol en la familia y en la sociedad, y se convierten en un modelo a seguir para otras mujeres y para sus hijos e hijas.

En Etiopía:

Sabahar es una empresa administrada por mujeres. En ella trabajan 43 mujeres y 32 hombres que se dedican a la fabricación de artículos textiles, de algodón y seda. Los trabajadores y trabajadoras proceden de clases sociales marginadas, que han vivido en la calle y que tienen niveles de formación básicos. Llegaron a Sabahar con la autoestima baja y pocas esperanzas de futuro.

Entre sus valores destacan el empoderamiento de las mujeres, la sostenibilidad, la innovación y el cuidado mutuo. Desarrollan distintas iniciativas en favor de la igualdad de género como la discriminación positiva, la visibilidad del trabajo de las mujeres o acciones para afrontar los prejuicios de género y así cambiar actitudes de mujeres y hombres.

En Perú:

La cooperativa CAES Piura agrupa a unas 200 personas que cultivan caña de azúcar. Con su actividad han favorecido que las mujeres, tradicionalmente relegadas al ámbito doméstico, trabajen en muchas de las tareas de producción y procesamiento de la panela. Con un funcionamiento democrático, entre sus valores destacan el empoderamiento de productores y productoras. En la cooperativa ellas participan en la toma de decisiones y en sus estatutos se incluye la obligatoriedad de la presencia de mujeres en el comité de dirección.

Publicación realizada con financiación de:

Share This