El sello Fairtrade fue la primera certificación del Comercio Justo. Con más de 25 años de historia, hoy es la más extendida a nivel internacional y también en nuestro país. Es, además, uno de los cinco sellos avalados por la Organización Mundial del Comercio Justo.
Fue creado en 1988 por una organización holandesa, aunque en sus inicios se llamó «Max Havelaar», haciendo referencia al título de un libro del siglo XIX que trataba de la explotación de trabajadores en plantaciones de café de Java por los comerciantes coloniales holandeses. Su objetivo estaba claro desde un inicio: “Garantizar con un sello impreso en el embalaje de un producto, que ese producto cumple los criterios de Comercio Justo. De esta forma los consumidores pueden decidir, si estos criterios y el desarrollo de los productores y trabajadores en el Sur son conceptos que merecen su confianza y apoyo”.
Hablar del sello Fairtrade es hablar de sus cifras porque estas son las que muestran su impacto en todo el mundo y, por tanto, de buena parte del movimiento del Comercio Justo. Veamos algunas de ellas:
Dentro del sistema Fairtrade hay 1240 organizaciones productoras en 75 países, en las que trabajan más de 1’6 millones de personas. En 2015 las ventas de Fairtrade en todo el mundo ascendieron a 7.300 millones de euros, un 16% más que el año anterior.
Estas ventas se lograron con la distribución de más de 30.000 productos diferentes en 125 países. El crecimiento fue liderado por las ventas en Francia, Alemania y Suecia.
“La antigüedad es un factor clave que hace que Fairtrade sea el sello más extendido”, explica Álvaro Goicoechea, director de Fairtrade Ibérica. “Ha tenido una presencia muy notable y muy activista en los países originarios del movimiento, como Holanda, Países Bajos, Bélgica, Francia…) y a día de hoy es sobre todo muy reconocido en el Reino Unido y Alemania. Su difusión y notoriedad es enorme en estos países. Pero también creo que la claridad de la información es otro factor que influye en que sea el más extendido”, añade.
Los productos que actualmente pueden llevar la certificación Fairtrade son café, cacao, té, frutas, zumos, vino, algodón, azcar, helados, flores, frutos secos, arroz, miel, oro, especias y balones de fútbol.
Pero, ¿cómo garantiza Fairtrade el cumplimiento de los principios de Comercio Justo? Esto se realiza a través de las auditorías regulares a las que deben someterse todos los actores que participan en Fairtrade. Dichas auditorías son realizadas por la auditora independiente FLOCERT, cuyo sistema de certificación cumple con las exigencias de la norma para certificaciones ISO 65.
Las organizaciones productoras son auditadas a través de estrictos estándares vinculados a los principios del Comercio Justo, en aspectos de desarrollo social, como condiciones de empleo que sobrepasen los requisitos mínimos legales, adecuadas condiciones de seguridad y sanitarias, oportunidades de formación, ausencia de prácticas discriminatorias respecto al empleo, ausencia de trabajo infantil o de cualquier tipo de trabajo forzado, acceso a procesos de negociación colectiva y libertad sindical, así como facilidades para que los trabajadores gestionen democráticamente el uso de la Prima Fairtrade. También se verifican los aspectos de desarrollo económico relacionados con el pago de un precio mínimo de Comercio Justo que permita cubrir los costes de una producción sostenible, y el pago de la prima. Y por último, se garantizan los estándares de desarrollo medioambiental, como el uso reducido y seguro de agroquímicos, un manejo apropiado y seguro de residuos, el mantenimiento de la fertilidad del suelo y de los recursos hidrológicos o el no uso de organismos genéticamente modificados.
Con estos controles se garantiza no solo el cumplimiento de los estándares Fairtrade sino también que los ingresos adicionales (prima o premium Fairtrade) lleguen a las organizaciones de productores en países en vía de desarrollo y se utilicen allí de forma democrática y sostenible.
Esta prima es una cantidad extra que las propias organizaciones dedican a las iniciativas que les resulten más necesarias: formación, proyectos educativos, sociales, de salud, infraestructuras, etc. La prima supone un beneficio añadido a todos los beneficios que representan los principios del Comercio Justo. En concepto de prima, las organizaciones productoras recibieron 138 millones de euros, en el 2015.
Un aspecto importante es que Fairtrade no es sólo un sistema de certificación, es un movimiento de la sociedad civil. En este sentido, las organizaciones productoras son co-propietarias del Sistema Fairtrade junto con las organizaciones nacionales, que representan a la sociedad civil local en los mercados de consumo. Esto permite que en la asamblea general de Fairtrade Internacional las decisiones sean tomadas desde una perspectiva común consensuada. Los productores y las organizaciones nacionales tienen una representación igual en el órgano directivo de Fairtrade International.
Una de estas organizaciones nacionales es Fairtrade Ibérica, que es la asociación que trabaja para promover el desarrollo del sello, las ventas de productos de Comercio Justo y la sensibilización a consumidores y empresas, tanto en España como en Portugal.
“Nosotros hacemos una labor de información a nivel empresarial de qué es el Comercio Justo y Fairtrade y lo hacemos en función de las necesidades de la empresa”, explica Álvaro Goicoechea.
“Siempre tratamos de implicar a las personas que llevan la Responsabilidad Social Corporativa y convencerles de que no solo es una herramienta comercial sino que puede tener muchas más implicaciones a nivel de información, formación y sensibilización”.
En cuanto a la participación de las empresas en el movimiento, hay algunas que deciden entrar en el Comercio Justo pero que no van a incluir en sus productos el sello Fairtrade. Estas suelen ser importadoras que luego venden el producto a otras empresas.
Por otro lado, hay empresas que deciden incorporar el sello en sus productos. “Nosotros –dice A. Goicoechea- hacemos la gestión para darles de alta y para tener derecho a la venta del producto con el sello en el envase.” Ahora mismo hay unas 55 empresas licenciatarias en España que incorporan el sello Fairtrade en alguno de sus productos. Aunque las empresas más fuertes y con un mayor reconocimiento son las de café, hay empresas de todo tipo: de cacao, té, azúcar, e incluso más recientemente se ha incorporado de textil y banana.
“Desgraciadamente la notoriedad y el conocimiento del movimiento del Comercio Justo en los países del sur de Europa es mucho menor que en los del Norte” se lamenta A. Goicoechea. Sin embargo añade: “Es importante saber de dónde partimos. Aquí el gasto medio en Comercio Justo fue de 80 céntimos por persona en el último año, ese es nuestro punto de partida, así que vamos a trabajar para mejorarlo”.Y concluye: “El objetivo para nosotros es que el consumidor encuentre productos de Comercio Justo en cualquier tipo de tienda a la que vaya, ya sea de producto de cercanía, de barrio, ecológica, tienda nueva, tradicional o donde sea”.
Más información: Fairtrade Ibérica
Para conocer el impacto del sello Fairtrade en una organización productora, consultad la entrevista y el testimonio de Francisca Hilario y Jaime Gómez, de la cooperativa de cacao de República Dominicana CONACACADO