El Comercio Justo se basa en el respeto y la protección de los Derechos Humanos. Desde sus inicios, a finales de los años 60, su finalidad ha sido superar la pobreza y las desigualdades. Además del derecho a una vida digna, el Comercio Justo protege otros derechos esenciales.
El Comercio Justo nació como respuesta a la desigualdad económica y a las prácticas abusivas e injustas que sufrían las organizaciones productoras y sus comunidades, y que consolidaban su pobreza. Hoy, varias décadas el Comercio Justo demuestra que es posible desarrollar un modelo económico y comercial sostenible y que garantice el ejercicio de los derechos humanos.
En la actualidad, 1100 millones de personas viven en la pobreza multidimensional, según datos de Naciones Unidas. Por eso, el Comercio Justo sigue siendo necesario para avanzar hacia un mundo más justo, digno y sostenible para todas las personas.
Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Artículo 2
Los 10 principios del Comercio Justo se basan en el respeto a los Derechos Humanos, a la declaración en su totalidad, pero protege de manera específica algunos de ellos como el derecho a una vida digna, a un trabajo decente, a la igualdad entre hombres y mujeres, a la salud y la integridad física, a la participación democrática, a formar o asociarse a sindicatos, a la protección de la infancia y la juventud, entre otros.
Naciones Unidas en su mensaje con motivo del Día Internacional de los Derechos Humanos de este año también destaca la importancia de proteger los derechos humanos para superar las injusticias y hacer frente a los principales desafíos globales: “Defender los derechos humanos no es sólo hacer frente a injusticias actuales, sino remodelar sociedades injustas y empoderar a los grupos marginados (…) Los derechos humanos tienen el poder de unificarnos en un momento en el que necesitamos unirnos para luchar contra los retos existenciales que enfrentamos como humanidad”.
El Comercio Justo, como modelo de la Economía Social, que pone en el centro los derechos de las personas y el medio ambiente, sigue respondiendo con firmeza y compromiso a los principales retos globales: la emergencia climática, la pobreza y el aumento de las desigualdades.
Sobre el terreno: en Paraguay, el camino de un grupo de campesinos para liberarse de la explotación
Manduvirá es una de las organizaciones más significativas del Comercio Justo. La lucha de una comunidad campesina azucarera para liberarse de la situación de explotación, pobreza y abusos, fue creciendo hasta constituirse en una cooperativa dueña de su propia fábrica de azúcar ecológico. Desde sus comienzos defendieron los principios del Comercio Justo y hoy cuentan con más de 1500 personas asociadas, que reciben salarios dignos, tienen condiciones adecuadas de trabajo y participan democráticamente en las decisiones de su cooperativa. El proceso de empoderamiento de las mujeres y hombres de Manduvirá, y su compromiso con la igualdad de género y el cuidado de la tierra son también su seña de identidad.
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