Peru Sasia, presidente de Fiare Banca Ética, reflexiona en esta entrevista sobre el acuerdo firmado con la Coordinadora Estatal de Comercio Justo el pasado día 23 de octubre, y la necesidad de alianzas entre las entidades que trabajamos ofreciendo alternativas económicas.
¿Cómo valoras el convenio firmado con la Coordinadora Estatal de Comercio Justo?
Como el propio informe del Comercio Justo de 2012 subtitula, “Alianzas en movimiento”, creo que este es un momento en el que las organizaciones que intentamos plantear alternativas y ocupar un espacio de transformación común es imprescindible que vayamos estrechando lazos. Algunos serán de carácter más estratégico, otros de carácter más político y otros de carácter más operativo y concreto. Me parece que el convenio entre Fiare Banca Ética y la Coordinadora Estatal de Comercio Justo tiene un gran valor no solo simbólico sino que puede tener un gran recorrido.
¿Qué es lo que tenemos en común el Comercio Justo y la Banca Ética?
Compartimos una mirada común de lo que merece la pena cambiar en nuestras sociedades. Creo que la tradición del Comercio Justo, que es muy sólida y tiene mucho recorrido, ha hecho un trabajo excelente en poner en evidencia lo que hay de injusto en circuitos económicos concretos como son los de distribución y comercialización de muchos productos a lo largo del mundo. Fiare lo que hereda es esa tradición y esa mirada, e incorpora lo que tiene de injusto otro circuito económico que es el de ahorro e intermediación. Ahí tenemos diagnósticos comunes muy evidentes.
¿La actual crisis ha favorecido que los sistemas alternativos (Comercio Justo, Banca Ética…) se puedan mostrar como una alternativa posible y necesaria?
No lo sé, no lo tengo excesivamente claro. Es una pregunta que nos hacen con frecuencia. Es cierto que esta situación ha indignado a mucha gente, no solo en el origen y las causas sino también en lo que se ha ido descubriendo que ocurría en la esfera financiera y lo que ha sido la gestión de la crisis, con rescates millonarios a entidades financieras y las consecuencias que eso ha tenido sobre el bienestar en nuestras sociedades.
Desde ese punto de vista alguien puede hacer el análisis -un poco simplón- con el que se podría decir que la gente hoy entiende más la necesidad del Comercio Justo ola BancaÉtica. A mí me parece que muchas de estas aproximaciones son de ida y vuelta, porque son aproximaciones, tanto personales como organizacionales, que no han hecho una reflexión que se podría haber hecho mucho antes de la crisis: una reflexión sobre qué somos nosotros como personas o como organizaciones en este contexto de la esfera económica y en la que aparecen cuestiones relacionadas con la solidaridad, la cooperación…con un montón de cuestiones en el lado de la centralidad de la personas.
Creo que no necesitábamos esta crisis para darnos cuenta de que esto era imprescindible hacerse.
La crisis probablemente ha traído más gente a estos circuitos pero ha traído mucha gente que está indignada porque lo que a él o ella personalmente le ha podido ocurrir y esto suele ser un viaje de ida y vuelta.
¿Cuándo y dónde surgen las finanzas éticas?
Las finanzas éticas como concepto tienen diferentes orígenes. Hay gente que incluso se atreve a defender que desde que se empiezan a manejar conceptos de intervención y de préstamo de dinero –y estamos hablando dela Edad Media-hay aproximaciones a la intermediación con mayor o menor suelo ético, como se dice ahora.
Las instituciones y organizaciones que se pueden entender como de finanzas éticas, aquellas que se crean para responder a los retos de la intermediación financiera, empiezan a surgir a raíz de las dinámicas de activismo accionarial. Estas comenzaron en torno a las respuestas ciudadanas en contra de la guerra de Vietnam en la que había entidades financieras que apoyaban la guerra. Ahí se empezó a generar un movimiento que cuestionaba el tradicional cuidado por el destino del crédito y planteaba la necesidad del ciudadano o de la persona ahorradora de controlar, en la medida de lo posible, qué ocurría con su dinero. Esto se puede entender como el origen de la banca ética.
En Europa, el proyecto más emblemático, Banca Populare Ética, se empezó a pensar a principios de los años 90 y vio la luz como cooperativa de crédito a finales de los años 90. Ahora cumplimos -porque es un proyecto en el que estamos completamente integrados- 15 años de funcionamiento en Italia y esperamos que dentro de poco también en España.
¿En otros países europeos las finanzas éticas están más consolidadas?
En el modelo de Banca Ética más arraigado, entendido como una red sólida de personas y organizaciones que en un contexto cooperativo generan un proyecto de cooperativismo de crédito, el proyecto estrella es Banca Populare Ética. Y en el marco dela Federación Europea de Bancos Éticos hay más de veinte entidades cooperativas, que configuran un universo de lo que puede llamarse banca ciudadana.
Luego existe otro modelo, más bien norte europeo, orientado al apoyo de cuestiones medioambientales, culturales, etc. El ejemplo más claro y cercano de este modelo sería el de Triodos Bank y otros bancos similares del norte de Europa.
¿Resulta fácil transmitir el concepto de finanzas éticas a la ciudadanía?
Sí, el concepto y las consecuencias de construir un proceso de Banca -Ética son fáciles de entender. Su valor como alternativas, su rol y lugar político –que lo tiene- estos aspectos pueden ser un poco más difíciles.
Lo que significa la Banca Ética se transmite a través de ideas y mensajes que son muy coincidentes con lo que significa el Comercio Justo.
Si a las personas les dices: “¿no te gustaría tener información de lo que ha supuesto la producción de este café, azúcar o la camiseta que has comprado? De igual manera, puedes preguntar: “¿no te gustaría saber qué pasa con este euro que acabas de introducir en una entidad financiera?” El concepto es muy similar y requiere un tipo de ciudadanía que llega de una manera muy parecida al Comercio Justo, ala BancaÉtica y a la soberanía alimentaria…
¿Cuál es vuestro principal reto?
Desde el punto de vista práctico, los retos más importantes de los proyectos de Banca Ética en el contexto de la economía solidaria es consolidar una estructura de capital social, de capital humano, de personas y organizaciones lo suficientemente musculosa como para que la estructura financiera no está excesivamente fragilizada. Nosotros nos dedicamos a las cosas chiquitas, como dice Eduardo Galeano, vamos a crecer localmente y nos vamos a articular horizontalmente. Ese es nuestro gran reto, ser capaces de crear una estructura de nivel europeo a través de integraciones horizontales, de redes cooperativas de diferentes países. El reto fundamental para nosotros es ese porque lleva aparejado la posibilidad de ofrecer productos financieros habituales como cuentas corrientes, tarjeta de débito, etc. que nuestra gente y otros desde hace tiempo están esperando. También muchas organizaciones, como por ejemplo las de Comercio Justo están esperando poder trabajar con nosotros y hacer sus transacciones económicas utilizando sus productos de Banca Ética.
Quienes apostamos por el Comercio Justo, la Banca Ética y la economía solidaria ¿somos ingenuos?
No. A mí lo que me parece el colmo de la ingenuidad y del cinismo es pretender que el actual estado de cosas sea sostenible. Cuando pensamos en sostenibilidad nos ponemos a mirar al futuro, y resulta que nuestro sistema económico no es sostenible ya hoy porque genera muchísimas injusticias. Hay una gran cantidad de personas y de organizaciones que no tienen lo más básico para poder subsistir. De manera que, en este contexto, el ejercicio de ingenuidad queda descartado. En nuestro caso es más bien un ejercicio de realismo y de responsabilidad.
Muchos nos preguntan “¿esto funcionará?” y yo suelo decir que uno de los productos de la Banca Ética es el propio proceso, es ir construyéndolo. A mí lo que me resultaría insoportable es vivir sin intentarlo.