Sunil Chitrakar es el director de la organización de Comercio Justo Mahaguthi, de Nepal. Una entidad que agrupa a unos 1200 artesanos y artesanas de distintas zonas del país, que elaboran productos textiles (ropa, complementos, textil de hogar…), cerámicas, artículos hechos con papel.
Esta entrevista fue realizada con motivo de su visita a España el pasado mes de febrero. Aquí explica cuál es la situación de las mujeres en el país y cómo el Comercio Justo contribuye a un cambio social y económico.
Actualmente, y tras los terremotos, la organización junto con otras entidades del Grupo de Comercio Justo de Nepal (Fair Trade Group Nepal) están apoyando a las personas afectadas, y han habilitado un número de cuenta para recibir donaciones.
¿Cuál es la situación de las mujeres en Nepal?
La situación de la mujer nepalí sigue siendo difícil porque está discriminada desde el punto de vista social y económico, por cuestiones de género, religiosas y económicas. Aunque en la última década ha mejorado la situación en las ciudades, en los pueblos la mujer sigue estando discriminada por motivos de género, peor pagada que el hombre por el mismo trabajo y con peor acceso a la salud y a la educación, ya que a menudo las niñas abandonan pronto la escuela para ayudar en casa.
¿Cómo mejora la vida de las mujeres cuando trabajan en Mahaguthi?
He observado muchos cambios en la vida de estas mujeres después de empezar a trabajar con nosotros. Primero en su nivel de confianza, que aumenta muchísimo. De repente son capaces de negociar sus derechos tanto en casa como fuera de casa. También mejora su situación económica. Y adquieren confianza para salir y vivir solas. El dinero que ganan les permite acceder a la salud y a la educación.
Desde el punto de vista de la toma de decisiones, la mujer pasa de tener que aceptar las decisiones que toman otros a adoptar las suyas, y eso cambia tanto su estatus como su papel en la sociedad.
Antes la mujer dependía del marido o de terceros. Ahora, al ser capaz de ganar su propio sustento, mejora su rol en la familia y en la sociedad. Además se convierte en un modelo a seguir para otros, es decir que no solo mejora su nivel de vida sino también el de la gente que la rodea.
Ante las condiciones de trabajo del textil en muchos países asiáticos o accidentes como el del Rana Plaza (24 abril 2013, Bangladesh), ¿cuál es su reflexión?
El accidente abrió los ojos a muchos clientes en el mundo sobre esta situación y ha hecho que más gente empiece a mirar el lugar de procedencia del producto, a fijarse en la etiqueta y a pensar en qué condiciones económicas y sociales están fabricados. De manera que ahora hay clientes que han empezado a buscar productos de otro origen y la gente ha empezado a buscar y a comprar sus productos de Comercio Justo o que procedan de una fabricación más sostenible. Yo creo que eso ha despertado también a las compañías comerciales, creo que todos hemos podido aprender de esta tragedia.
Desde vuestro punto de vista ¿cuál es el aspecto principal que diferencia al Comercio Justo del comercio convencional?
La diferencia fundamental es el objetivo. El fin del comercio convencional es únicamente ganar dinero. El Comercio Justo hace negocios para apoyar a la gente. En Comercio Justo la gente es un fin, mientras que en el comercio convencional los trabajadores son un medio para ganar dinero.
Otra diferencia es la forma de tratar al trabajador.
El Comercio Justo trata al personal de forma inclusiva, la gente participa en las decisiones.
También conocen sus derechos, cosa que no tiene por qué ocurrir en el comercio convencional, en el que el trabajador no participa en la toma de decisiones, ni tampoco tiene acceso a conseguir una mejora en su formación.
¿El Comercio Justo es eficaz para acabar con la pobreza?
Sí. Yo creo que el Comercio Justo es un modelo empresarial sostenible que en todos los actores de la cadena de valor, desde el cliente final hasta el productor, contribuye a la sostenibilidad. El Comercio Justo ha ayudado a miles de personas a salir de la pobreza y nosotros lo hemos visto en Nepal con las 20 organizaciones y las más de 40.000 personas que han conseguido un modo de vida sostenible gracias al Comercio Justo. Son familias que han salido de la pobreza y han conseguido ser independientes económicamente y valorados socialmente.
Creo que el Comercio Justo puede permitir este cambio económico y social.
Si hay algún mensaje más que quiera añadir…
El Comercio Justo ha dejado de ser una iniciativa caritativa para convertirse en un negocio sostenible. Ahora hay inversores que invierten en inversión justa, hay compañías que desarrollan productos y servicios justos, de manera sostenible. Nuestra base de clientes ha crecido, de manera que no se puede considerar que sea una actividad de beneficiencia o caritativa. Yo creo que hay que agradecer a todos los clientes por ese cambio que ellos han propiciado, y también a las organziaciones por haber apostado por este cambio, y por la creación de un modo de vida justo para la gente.