Una de cada cinco personas viven en la pobreza, es decir no tienen acceso a saneamiento, agua potable, educación básica o al sistema de salud, y su situación económica no les permite llevar una vida digna, según el último informe del PNUD. El 20 febrero, Naciones Unidas celebra el Día Mundial de la Justicia Social con el fin de llamar la atención ante esta realidad. Frente a ello el Comercio Justo, una alternativa económica que agrupa a unos 2 millones de trabajadores-as, favorece el desarrollo de los sectores sociales más empobrecidos.
El 80% de la población mundial no cuenta con una protección social integral. Asimismo, 800 millones de personas son vulnerables de caer en la pobreza. Son dos de los datos incluidos en el informe de Desarrollo Humano de 2014. “El Día Mundial de la Justicia Social se celebra con el fin de destacar el poder de la solidaridad mundial para promover oportunidades para todos”, señaló Ban Ki-Moon, secretario de Naciones Unidas, en la celebración del año pasado. “La experiencia muestra que el crecimiento económico en sí mismo no es suficiente”, añadió.
En este sentido, el Comercio Justo constituye una alternativa económica que favorece el desarrollo ya que no solo tiene en cuenta los aspectos económicos, sino también los sociales y medioambientales. El Comercio Justo asegura unas condiciones de trabajo dignas y seguras, el pago de un salario adecuado, el mismo para ellos y ellas ante las mismas tareas, la no explotación laboral infantil y la producción de manera respetuosa con el entorno natural. Está presente en más de 70 países. Hoy cuenta con 2 millones de trabajadores y trabajadoras agrupados en más de 1400 organizaciones. Sus ventas globales superaron los 5.500 millones de euros en 2013.
Los beneficios del Comercio Justo para los trabajadores-as y la población del entorno son muy positivos. Un informe de la Plataforma Francesa de Comercio Justo constata que en el 85% de los estudios realizados los productores-as de Comercio Justo tienen una mejor calidad de vida ya que reciben unos ingresos superiores a los del mercado convencional, y son más estables.
En concreto, una investigación realizada por CEVAL para Trans Fair Alemania y Max Havelaar Suiza, que analizó los efectos del Comercio Justo en poblaciones rurales de Kenia, Ghana, Perú e India concluye que, además del aspecto económico, la educación o la igualdad de género mejoraron ya que la prima social derivada de la venta de Comercio Justo se destinó a iniciativas de estos sectores.
En otro estudio realizado en Nicaragua por Oxfam, en la región de Jinotega, se constató, entre otros beneficios, la mejoría de las condiciones de salud en las familias gracias a una mayor alimentación, el desarrollo del estado nutricional de los menores de 5 años, y la posibilidad de hacer frente a tratamientos y gastos médicos.