Con más de 50 años de trayectoria en el mundo de la ilustración -especialmente dedicada a la literatura infantil- y más de 800 libros publicados, Pilarín Bayés (Vic, 1941) continúa trabajando con ilusión.
Es una de las ilustradoras que ha colaborado en la exposición «Te damos 10 razones para consumir Comercio JUSTO» en la que eligió mostrar su visión de la explotacin laboral infantil. En la entrevista nos habla sobre ello y lo que le interesa mostrar en sus dibujos.
¿Estás satisfecha con tu participación en la exposición?
Sí, estoy muy satisfecha. Muchas gracias por organizarlo porque este tipo de cosas son muy convenientes para crear un mundo un poco mejor que el que tenemos. Además, me ha gustado mucho cómo ha quedado y en la exposición hay compañeros a los que considero muy importantes.
Yo llevo muchos años colaborando muchos años con una revista de Vic, siempre me encuadran como dibujante de niños y, sin embargo, esta vez he ido “en el grupo de los mayores” (risas)
¿Por qué decidiste colaborar con la exposición?
El Comercio Justo me parece una idea muy interesante. A veces parece que de donde vienen las materias primas es preceptivo que la gente sea pobre y desgraciada, cuando lo justo es que el ofrecer las materias primeras para hacer los productos, repercuta en sus bolsillos y en su bienestar. Esto es de una lógica irrefutable. Yo vivo en el campo y, aunque no soy campesina, veo las dificultades, las vicisitudes, el tiempo y el esfuerzo que les cuesta este trabajo, y desde luego debe servir para su prosperidad.
Para la exposición elegiste ilustrar el principio de la no explotación laboral infantil, ¿por qué?, ¿qué te provoca esta realidad?
Si está mal explotar a cualquiera, aunque tenga pelos en la barba o sea una señora de tomo y lomo, mucho más feo me parece explotar a un niño. Además, cuando un niño viene al mundo tiene que pasarlo bien, estudiar, prepararse para la vida.
Aquí ya hemos conocido esta realidad, sobre todo con gente que ahora es mayor, mujeres que cuando tenían 9 o 10 años trabajaban en la fábrica. A estas personas les han robado la infancia con muy mala idea, porque se han quedado como tristes y con complejo de que todo debe ser productivo. Hay un momento en la vida en que esto es importante y tenemos que ser útiles, pero a un niño dejémosle ser niño.
En tu viñeta muestras a un niño y a un hombre que parece de una gran compañía que le pide trabajar…
El hombre es un neocolonizador, quizá no como los antiguos que tenían peores modos, pero es un colonizador igualmente. Y yo creo que todas las colonizaciones son malas.
El niño, pese a estar sentado y mirarle desde abajo, le contesta con un no muy rotundo. ¿Qué querías transmitir con tu viñeta?
Yo he visto en África -a donde he ido porque hice unos libros de temas de cooperación- que los niños fabrican juguetes con latas y cosas recicladas, que son una maravilla; hacen coches, aviones…. El niño del dibujo está haciendo un avión para jugar. El hombre le ofrece el oro y el moro, pero
el niño le dice “no, yo tengo que trabajar pero para jugar, para crear mi juguete y pasármelo bien”.
Estos juguetes que fabrican no son para vender, ni muchísimo menos. Son para uso personal y son hechos con un ingenio fantástico, un ingenio ingenuo, con una imaginación superpotente. Así, el niño que consigue tener un juguete creado por él mismo, tiene un tesoro. Por eso, no podemos robarle este tiempo para que haga algo productivo. Está bien que piense que un día tendrá su familia y tendrá que trabajar, pero mientras sea niño debe ser niño, ir a la escuela y jugar.
Además, a los niños el trabajar les deja un horizonte muy pequeño, el de ser toda la vida peón de algo. Y los niños con unos estudios llegarán hasta donde ellos sean capaces de llegar.
Tus dibujos suelen tener un tono muy alegre y amable. Es un estilo que utilizas para mostrar realidades tan duras como la explotación laboral infantil. ¿Qué te interesa destacar en tus ilustraciones?
El dibujo es comunicación, una de las comunicaciones más primitivas. Ya los hombres prehistóricos cuando pintaban, se auto-retrataban: pintaban cómo era su vida, cómo trabajaban, cómo cazaban… el dibujo tiene esta parte de comunicación para decir cosas, y también para transmitir ideas.
Si yo quiero transmitir una idea, por ejemplo “el mundo tiene que ser justo”. Esto es una gran verdad ¿no? Quizá alguien pueda pensar “ah, claro, para que el mundo sea justo debe haber alguien que dicte unas leyes justas, pero lo que yo quiero destacar es que el mundo debe ser justo desde aspectos como el trato de tu familia o el del guardia de tu ciudad. El dibujo permite transmitir esta idea con ejemplos como estos, concretos y contextualizados en el presente o en otra época, o en otras culturas.
Siempre predominan las personas en tus dibujos y las ilustras con mucho detalle…
Me gusta poner a la gente en un paisaje determinado y me interesa mucho la gente “lateral”, por ejemplo, si hay un bar, me parece muy importante qué hace el camarero, qué hace el dueño del bar o la chica que limpia el lavabo.
O si dibujo un rey, me interesa también mostrar al paje que lleva la capa real,
porque es interesantísimo ver qué es lo que piensa esta persona. Son importantes todos, no hay uno más importante que otro, cada uno tiene su vida, su historia. Especialmente, me interesa mostrar a los que aquí llamamos “los paletas”, los albañiles.
Yo creo que esto me viene de un abuelo andaluz, muy entendido en pintura, y me viene del barroco, que está tan presente en Andalucía. El barroco personaliza mucho las figuras, por ejemplo, al representar a los apóstoles, muestra a uno con cara de rácano, a otro que parece borracho… son calificativos que incluso podríamos pensar son despectivos, aunque no tiene por qué. Y esto me gusta, porque así es como somos las personas, tenemos muchas caras.
¿Crees que el arte debe ser comprometido, debe contar los problemas sociales?
Creo que el arte es un campo tan grande que permite tomar todas las direcciones y todas son legítimas: el arte por el arte, el arte abstracto… Yo he escogido el que es comprometido, sobre todo con los niños. Me gusta que esté ligado a valores, por ejemplo, si pongo a un adulto que abusa de un pequeño, quiero que el niño entienda que eso está mal, que sea un aviso para el niño y pueda decirle “si te pasa algo parecido, no lo permitas porque es malo”. Como dibujante he elegido el arte comprometido, pero como espectadora y como compañera de gente que hace otras cosas, todas las direcciones me parecen muy interesantes.
De todas maneras, creo que los dibujantes de humor solemos ser comprometidos, porque en el fondo somos unos “convulsivos” de la vida, ya que la miramos y la comentamos. En esta convulsión, nos damos cuenta de que hay muchas cosas que hay que mejorar.