La Coordinadora Estatal de Comercio Justo volvemos a levantar nuestra voz, y nos unimos al comunicado emitido por más de un centenar de organizaciones para pedir el alto al fuego inmediato y el fin del genocidio en Gaza, e insistir en la necesidad y urgencia de respetar el derecho internacional, y permitir la entrada de ayuda humanitaria de manera segura y digna para la población.
Las organizaciones de Comercio Justo como defensoras de los Derechos Humanos y promotoras del ejercicio de los mismos, mostramos nuestra preocupación ante el genocidio contra la población de Gaza, los gravísimos ataques y la hambruna que está sufriendo la población civil.
Los Derechos Humanos y el derecho internacional deben ser respetados.
Mientras el asedio del Gobierno israelí mata de hambre a la población de Gaza, el personal humanitario se ve ahora obligado a hacer cola en los mismos comedores sociales, arriesgándose a recibir disparos solo para alimentar a sus familias, junto a aquellos a quienes se supone que deben ayudar. Estamos viendo cómo nuestros propios compañeros y compañeras se consumen ante nuestros ojos. Más de 100 organizaciones vuelven a dar la voz de alarma e instan a los gobiernos a actuar: abrir todos los pasos fronterizos terrestres, restablecer el flujo completo de alimentos, agua potable, suministros médicos y combustible a través de mecanismos basados en principios y dirigidos por las Naciones Unidas, y poner fin al asedio.
El sistema humanitario está en ruinas. «Cada mañana, la misma pregunta resuena en Gaza: ¿comeré hoy?», dijo un representante de una organización.
Obstáculos al acceso humanitario
Las masacres en los puntos de distribución de alimentos en Gaza se producen casi a diario, con más de 800 personas asesinadas a tiros y miles de heridos. A fecha de 13 de julio, la ONU confirmó que 875 personas palestinas habían sido asesinadas mientras buscaban alimentos, 201 en las rutas de ayuda y el resto en los puntos de distribución. Miles más han resultado heridas. Mientras tanto, las fuerzas israelíes han desplazado por la fuerza a casi dos millones de palestinos agotados, con la última orden de desplazamiento masivo emitida el 20 de julio, que confina a la población palestina a menos del 12 % de Gaza. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) advierte de que las condiciones actuales hacen insostenibles las operaciones. El hambre de la población civil como método de guerra es un crimen de guerra.
A las afueras de Gaza, en almacenes, e incluso dentro de la propia Gaza, toneladas de alimentos, agua potable, suministros médicos y combustible permanecen intactos, ya que se impide a las organizaciones humanitarias acceder a ellos o distribuirlos. Las restricciones arbitrarias, los retrasos y los desvíos impuestos por Israel en su asedio artificial han provocado caos, hambre y muerte. Un trabajador humanitario que presta apoyo psicosocial habló del devastador impacto en los niños y niñas: «Los niños dicen a sus padres que quieren ir al cielo, porque al menos allí hay comida».
El personal médico informa de tasas récord de desnutrición aguda, especialmente entre menores. Se están propagando enfermedades como la diarrea acuosa aguda, los residuos se acumulan y las personas adultas se desploman en las calles por el hambre y la deshidratación. Las distribuciones en Gaza alcanzan un promedio de solo 28 camiones al día, lo que dista mucho de ser suficiente para más de dos millones de personas, muchas de las cuales llevan semanas sin recibir asistencia. El sistema humanitario liderado por la ONU no ha fracasado, sino que se le ha impedido funcionar.
Situación del personal humanitario
Las organizaciones humanitarias tenemos la capacidad y los suministros para responder a gran escala. Pero al negarnos el acceso, se nos impide llegar a quienes lo necesitan, incluidos nuestros propios equipos, agotados y hambrientos. El 10 de julio, la UE e Israel anunciaron medidas para aumentar la ayuda. Pero estas promesas de «progreso» suenan huecas cuando no se observa ningún cambio real sobre el terreno. Cada día que pasa sin un flujo sostenido significa más personas muriendo por enfermedades prevenibles. Los niños y niñas mueren de hambre mientras esperan promesas que nunca se cumplen.
Impacto en la población civil
La población palestina está atrapada en un ciclo de esperanza y desilusión, esperando ayuda y el alto el fuego, solo para despertarse cada día en condiciones cada vez peores. No se trata solo de un tormento físico, sino también psicológico. La supervivencia se les presenta como un espejismo. El sistema humanitario no puede funcionar con falsas promesas. El personal humanitario no puede operar con plazos cambiantes.
Los gobiernos deben dejar de esperar permiso para actuar. No podemos seguir esperando que los acuerdos actuales funcionen. Es hora de tomar medidas decisivas: exigir un alto el fuego inmediato y permanente; levantar todas las restricciones burocráticas y administrativas; abrir todos los pasos fronterizos terrestres y garantizar el acceso a toda la población de Gaza, y restablecer una respuesta humanitaria basada en principios y liderada por las Naciones Unidas. Los Estados deben adoptar medidas concretas para poner fin al asedio y detener la transferencia de armas.
Los acuerdos parciales y los gestos simbólicos, como los lanzamientos aéreos falsos acuerdos para distribuir ayuda, sirven como cortina de humo para la inacción. No pueden sustituir las obligaciones legales y morales de los Estados de proteger a la población civil palestina y garantizar un acceso humanitario significativo a gran escala. Los Estados pueden y deben salvar vidas, antes de que no quede ninguna vida que salvar.