Carmen Balcázar es delegada de la cooperativa cafetalera de Comercio Justo “Sol y café”, de Perú, concretamente de la región de Cajamarca. En su visita reciente a España, invitada por IDEAS, nos contaba cómo es el proceso de siembra y producción que llevan a cabo y cómo el Comercio Justo contribuye a una mayor calidad de vida y a la protección del medio ambiente. Su cooperativa está formada por 1151 familias, organizadas en 75 pequeños grupos de producción.
Su experiencia y testimonio en primera persona confirman las conclusiones del informe Café: historia de un éxito que esconde una crisis, elaborado por la Plataforma Francesa de Comercio Justo y publicado por la CECJ, en el marco del proyecto Trade Fair Live Fair, cinanciado por la Unión Europea. Perú es uno de los países en los que se centra dicha investigación. Hablamos con Carmen Balcázar de ello.
¿Cómo realizan ustedes la siembra de café? Según la investigación, la expansión de la producción de café está provocando la tala de árboles de sombra y, por tanto, la pérdida de sus beneficios asociados como la regulación climática, la lucha contra la erosión o el mantenimiento de la fertilidad y humedad de los suelos. Además, para asegurar una mayor productividad, la industria se está orientando hacia el monocultivo de café sin sombra lo que produce un mayor rendimiento de las tierras a corto plazo pero también impactos negativos en la calidad de los suelos y el agua o la pérdida de biodiversidad.
«Nosotros realizamos nuestra actividad agropecuaria de manera sostenible. Instalamos nuestros cafetales bajo sombra, cerca de los bosques, en las montañas, y con una diversidad de reforestación, sobre todo tenemos en cuenta que sean plantas nativas. Nuestro grano, es por tanto, aromático, con sabores afrutados, porque le damos un alimento adecuado a nuestros suelos.
Esto es diferente a los cafés convencionales, cuyas parcelas se siembran en lugares despejados, sin ninguna protección y para obtener una producción mayor, utilizan fertilizantes químicos, tóxicos. Nosotros hacemos un cultivo cuidando el medio ambiente, la fertilización la hacemos con fertilizantes ecológicos, con lo que garantizamos que nuestro producto es de una excelente calidad. Nuestra principal misión es cuidar el medio ambiente pensamos en las futuras generaciones, no pensamos solo en nosotros, en el hoy, también pensamos en quienes van a venir después.
Además cada vez hay más productores de cafés convencionales que están buscando las tierras más altas para cultivar y eso es una amenaza para el medio ambiente porque va a haber deforestación. Muchos productores que no están organizados en cooperativas hacen estas prácticas de una forma irresponsable, talan la madera y no reforestan.
Nosotros en nuestra organización tenemos un vivero para reforestar esas partes bajas donde ya vemos que está afectando el cambio climático, ahí estamos reforestando, asociando árboles con los cafetales para incrementar nuestros bosques y así contrarrestar el cambio climático y evitar que nos quedemos sin bosques y sin agua».
¿Cómo ha beneficiado el Comercio Justo a las familias productoras de café? Según este informe el hecho de trabajar con otros productores/as en una cooperativa es un factor positivo, que genera protección frente a las crisis.
«Nosotros somos pequeños productores que estamos organizados en la cooperativa. Gracias a ello y también a la prima de Comercio Justo, hemos recibido capacitaciones y esto nos ha ayudado mucho».
¿Y en cuanto al volumen de producción? ¿Y a los ingresos? Una de las conclusiones del informe destaca que en Perú, los precios pagados a los productores se han estancado en los últimos años, y de hecho sus ingresos se sitúan muy por debajo del umbral de pobreza. Sin los medios suficientes para mantener sus cultivos, y obligados a endeudarse para cubrir necesidades básicas, muchas de estas personas se encuentran atrapadas en la «trampa de la pobreza». Finalmente, en muchas regiones el oficio de cultivar café es cada vez menos atractivo, y las nuevas generaciones se alejan de él.
«El Comercio Justo para nosotros ha supuesto un cambio importante. Cuando no estábamos organizados en la cooperativa de Comercio Justo y no teníamos la capacitación que tenemos ahora, en una hectárea de café cosechábamos de 13 a 15 quintales. Ahora con el asesoramiento técnico tenemos un promedio de 28 a 30 quintales, con lo que se aumenta la rentabilidad y también la calidad del café. En el corto plazo, en la primera cosecha el uso de abonos naturales y la producción ecológica hacen que disminuya la cosecha pero a medio y largo plazo la tierra rinde más y se conserva mejor.
Ahora también tenemos mejores precios. El Comercio Justo también garantiza que podamos tener un trato justo a los obreros y mejora el sueldo que se les paga a los trabajadores.
También ha sido positivo en cuanto a la educación de nuestros hijos. Por otro lado, tenemos servicios de salud para las familias y en la cooperativa tenemos servicios a créditos para las personas asociadas. Todo esto es lo que nos está fortaleciendo, lo que nos mantiene unidos y con ganas de seguir trabajando».
¿Cómo es la situación de las mujeres. Según el informe, ellas son las que viven una situación mayor de pobreza y vulnerabilidad, y solo una minoría son propietarias de tierras.
«En nuestra cooperativa, por supuesto, hay igualdad en los pagos para hombres y mujeres. El empoderamiento de la mujer en los últimos años ha avanzado bastante, ahora hay mujeres directivas y delegadas, y también mujeres propietarias, dueñas de una finca. Cada vez más, son las socias de la cooperativa quienes hacen, por ejemplo, los cobros. Ya no es como antes que todo lo hacían los hombres».
Por último, ¿qué mensaje le daría al público consumidor de nuestro país?
«Yo, como productora, les diría que consuman café de Comercio Justo porque quienes lo hacemos somos pequeños productores que no nos preocupa tanto obtener cantidad sino calidad, ofrecer un producto sano y ecológico».