Comunicado de la Coordinadora de Organizaciones de Cooperación para el Desarrollo, con motivo del Día Internacional de Lucha contra la Pobreza.
- 1.300 millones de personas sufren pobreza en el planeta, según datos del PNUD. Se trata de una pobreza “multidimensional” que afecta a distintos aspectos de la vida de las personas. La desigualdad de género sigue siendo una de las mayores barreras para el desarrollo humano.
- Las crecientes agresiones a la naturaleza, la degradación medioambiental y el cambio climático deben ser incluidos en un análisis multidimensional de la pobreza.
- La pobreza, la desigualdad, la discriminación de las mujeres, las migraciones, el cambio climático son fruto de un sistema económico insostenible basado en la explotación sin límites de los recursos del planeta y de las personas, especialmente de las mujeres que soportan el trabajo de cuidados que sostienen la vida en todo el planeta.
- Urgen políticas públicas que luchen de manera integral y global contra la pobreza en todas sus dimensiones. Solo un enfoque de este tipo conseguirá frenar la escalada de empobrecimiento del planeta.
La pobreza multidimensional afecta a casi un cuarto de la población mundial. Este concepto fue propuesto por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para medir, más allá del ingreso monetario, las carencias múltiples y simultáneas que enfrenta gran parte de las personas que habitan planeta. Se trata de poner la lupa sobre derechos como la salud, la educación, la vivienda, el trabajo, el acceso al agua, al saneamiento o una nutrición adecuada. Al optar por este enfoque se observa que millones de personas quedan descartadas para que se garanticen sus derechos.
Recientemente, tras la Asamblea de Naciones Unidas en la que intervinieron gobiernos de todo el mundo, la Asamblea de los Pueblos (encuentro paralelo a la Asamblea de la ONU) declaraba:
“Personas de todo el mundo, en cada país, cada día, sufren los efectos superpuestos de la desigualdad, la pobreza, la violencia, la discriminación, la militarización, la degradación ambiental y la disminución de sus derechos. Ya no aceptamos esta situación como la norma”.
Es urgente que los gobiernos de todo el mundo actúen con urgencia y determinación; deben cumplir los compromisos internacionales asumidos en materia de lucha contra la pobreza y protección del planeta; especialmente en el marco de la Agenda 2030. No hay tiempo y de poco sirven discursos que no vengan acompañados de políticas públicas que garanticen cambios en el sistema que rige el mundo.
Derechos de los pueblos frente a los intereses de las empresas
Estos días cientos de organizaciones en nuestro país llevan a cabo actividades para denunciar que, a pesar del crecimiento económico, cada día aumentan las desigualdades entre personas de un mismo barrio, pueblo, país o zona económica. En el marco de la campaña “Pobreza Cero” animan a la ciudadanía a moverse, sin esperar ni un minuto más, para que la quietud de los actuales gobiernos y poderes económicos frustre aún más las esperanzas de un futuro en común en un mundo más justo, pacífico, sostenible, solidario e inclusivo. Reclaman que las personas y el planeta deben de estar en el foco de las políticas y por delante de los intereses económicos, comerciales y estratégicos.
Además se celebra la Semana de movilización de los pueblos, iniciativa impulsada por organizaciones sociales de todo el mundo que presionan para que el Tratado Vinculante de Empresas y Derechos Humanos sea una realidad. Se trata de un acuerdo para que, desde el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, se pueda obligar a las empresas transnacionales a respetar los derechos humanos; y, al mismo tiempo, ofrecer a los Estados y pueblos afectados la posibilidad de demandar a las empresas. Conseguir un tratado de este tipo supondría un paso determinante para frenar el empobrecimiento multidimensional de las regiones en las que las transnacionales destrozan la naturaleza y violan los derechos humanos.
Otras formas de hacer y otros sistemas son posibles
Existen propuestas que demuestran que otras formas de hacer son posibles: el Comercio Justo da respuesta a las múltiples caras de la pobreza. Uno de los últimos informes sobre Comercio Justo demuestra que contribuye de manera efectiva al desarrollo sostenible de las comunidades a través de un planteamiento integral que tiene en cuento los aspectos económicos, sociales, humanos y ecológicos.
El sistema económico es insostenible. Los niveles de desigualdad son escandalosos. Según datos de Oxfam, 26 personas poseen la misma riqueza que los 3.800 millones de personas más pobres del mundo. La desigualdad, sin embargo, no es inevitable; es una decisión política. En palabras de Oxfam Intermón, si se tomaran medidas reales para aplicar impuestos a las grandes empresas y fortunas, podría recaudarse globalmente el dinero suficiente para “escolarizar a 262 millones de niñas y niños que actualmente no tienen acceso a la educación y garantizar que nadie tenga que arruinarse por pagar los costes médicos de sus familias”.
Se trata de decisiones políticas. Es posible, pero hay que adoptarlas ya.