Constituyen el 95% del personal que trabaja en Comercio Justo en nuestro país. En total, 2.627 personas colaboran como voluntarias en Comercio Justo en alguna de las 27 organizaciones que integran la CECJ. De ellas, tres de cada cuatro son mujeres. Con motivo del 5 de Diciembre, Día del Voluntariado, queremos destacar sus historias de compromiso y dedicación con el Comercio Justo.
“Nos repartimos el trabajo entre todos. Estar organizados nos ha dado buen resultado” José Francisco Coll, voluntario de Cáritas Huesca.
Fue uno de los promotores del Comercio Justo en Huesca hace 15 años.
«En el 2003 media docena de personas mayores (jubiladas y trabajadoras con jornada seguida) comenzamos a gestionar la tienda “Trobada, de Cáritas. Entre todas cubríamos la semana, mañana y tarde, de lunes a viernes. Desde el primer momento, nos planteamos la búsqueda de nuevos voluntarios. Hoy ya somos 22 personas, lo cual ha servido fundamentalmente para abrir todos los días, sin dejar uno, desde que empezamos. Desde el principio sabíamos que en Huesca y provincia esto saldría adelante, como así ha sido. Cuando algo quieres que funcione hay que contar con personas (que siempre las hay) y ponerse a trabajar con «tempo», a pronto, medio y largo plazo. Ir sorteando las dificultades y tener muy claro una visión comunitaria y organizada. Todo se consigue en grupo, comunitariamente, asambleariamente, uno sólo o pocos, están llamados al fracaso. (…)
Junto a la gestión de la tienda también hay que salir a la calle, a las instituciones, a las ferias… y hablar de los contenidos del Comercio Justo en colegios, medios de comunicación, foros… donde se nos ha llamado.
Nunca hemos rechazado ninguna invitación. Nos repartimos el trabajo y siempre hay alguien dispuesto. El estar organizados ha dado un buen resultado.»
Me siento satisfecho de haber contribuido, desde el principio que comenzamos en Huesca, junto a las compañeras y compañeros voluntarios, de los pasos dados y de mantener la misma ilusión comunitaria en empujar este proyecto hacia adelante.
El reto de las pequeñas cosas. Eugenio García, Voluntario de Fundación Vicente Ferrer
«Llevo algunos años colaborando con la Fundación Vicente Ferrer en distintos ámbitos. Siempre trato de hacerlo con la mayor ilusión y confianza, siguiendo con ello la consigna de Vicente: todas las acciones por pequeñas que sean son importantes. Sin duda en la Colaboración Activa este lema es más necesario que en las demás. Pasarte una mañana tratando de vender los productos de nuestras mujeres y chicas con discapacidad y tener una escasa recaudación de 30 o 50 euros es descorazonador visto con nuestros ojos; siempre tengo en mente el mensaje que nos dio la responsable del Área Discapacidad y Talleres, con 15€ de acá ellos pagan un sueldo digno a las chicas en los talleres de la Fundación. Y también hay que ver la parte positiva: estamos difundiendo la imagen y los proyectos de la Fundación Vicente Ferrer ante personas que nunca sabremos si recibirán el mensaje y tomarán la decisión de colaborar de forma directa.
Como caso digno de mención nuestra participación en el Colegio Los Jarales, en primavera cuando organizaron un mercadillo los niños para recaudar fondos para financiar una escuela con la Fundación Vicente Ferrer y un padre se nos acercó y nos dijo que en su empresa todos los años organizaban empresa y empleados una colecta para recaudar fondos y donarlos a una ONG para proyectos de Educación. Ello dio lugar a que concursáramos y consiguiéramos los fondos de 2017 para financiar una escuela en un pueblo de la Fundación Vicente Ferrer. Sin duda ese día Vicente nos tocó con su dedo providencial.
Tenemos que estar ahí para que además de vender esos artículos que llevan el amor de la persona que los ha elaborado, poder difundir el mensaje de Solidaridad y Desarrollo Integral de la Fundación Vicente Ferrer. ¡Todo un reto!
«Es una experiencia muy enriquecedora». Javier Gil Gutiérrez, voluntario de la Fundación Vicente Ferrer
«Hace unos años mi mujer yo decidimos realizar un viaje por el norte de India.
Cuando regresamos del mismo, la profesora de yoga de mi mujer comento el viaje que había realizado más o menos por la misma fecha que el nuestro.
Ella había visitado la Fundación en Anantapur, nosotros no.
Por eso nos dijo que nuestro viaje no había tenido nada que ver con el suyo, y era cierto pues nosotros habíamos estado en lugares más suntuosos que lo que se vive realmente en Anantapur y otros lugares de India.
En esa época teníamos apadrinada una niña, pero no estábamos muy involucrados ni teníamos relación alguna con la Fundación.
Nos hizo reflexionar mucho el comentario y nos propusimos volver a India, pero yendo a la Fundación en Anantapur y visitar a nuestra niña apadrinada.
Posteriormente y a raíz de lo anteriormente expuesto, me hice voluntario de la Fundación y debo de decir que me he sentido muy realizado con mi pequeña aportación.
Es cierto que ponemos tiempo e ilusión, pero también nos gratifica y nos da la satisfacción de haber realizado una labor solidaria y eso para mí es muy importante.
En este tiempo de voluntariado en el Comercio Justo he constatado el afecto y cariño que la gente tiene hacia la Fundación.
Para mí ha sido una experiencia muy enriquecedora que me ha reportado muchas alegrías y un compromiso solidario con la gente necesitada de India.
Para terminar quiero dar las gracias a la Fundación tanto de España como de India por la acogida que me han brindado en estos pocos años que llevo de voluntario y animo a otros compañeros a vivir las experiencias que por suerte he podido disfrutar y vivir yo y mi mujer.»
«He comprobado el avance de las mujeres de los talleres de India. Se sienten poderosas» Ana Ayala García.Voluntaria de Fundación Vicente Ferrer
«Todo comenzó a raíz del primer viaje que realicé a la Fundación Vicente Ferrer para conocer a Krisna (mi primera niña apadrinada), corría el 2008.
Fue tal el impacto que me causó descubrir su labor que inmediatamente me dije: ¡Esto yo lo tengo que contar!. Así me hice VOLUNTARIA.
Combatir la discriminación que padecen las mujeres pobres con discapacidad, colaborando con la venta de sus productos, me produce una satisfacción personal imposible de describir con palabras.
Podría contar mil anécdotas significativas pero… cuando visité el proyecto «De Mujer a Mujer» y una mujer se me acercó con su bebé para contarme que el niño había nacido con un tumor en la cabeza y gracias a mi colaboración (9 euros/mes) pudo ser operado. ¡Creí morirme!
He comprobado el avance de estas mujeres, la alegría que desprenden al sentirse útiles, independientes, «poderosas», su aportación a la economía familiar también conlleva la admiración de sus maridos (así me lo han contado los papás de mis niños apadrinados)
Podría estar mil horas hablando de la Fundación Vicente Ferrer pero voy a dejarlo ya porque me inunda la emoción y el sentimiento.
Os animo a todos a conocer la Fundación Vicente Ferrer y después…seguimos hablando.»