Desde hace unos años, el 7 de octubre la Confederación Sindical Internacional convoca la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. Se trata de un día de movilización mundial para reivindicar el trabajo decente, que según la OIT “significa la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres.”
Hoy en el mundo, según datos del último informe del PNUD (Programa del Naciones Unidas para el Desarrollo) hay 830 millones de trabajadores pobres, es decir, que viven con menos de 2 dólares al día y 1.500 millones de personas tienen un empleo en el que no cuentan con unas condiciones laborales dignas y seguras.
El Comercio Justo trata de combatir esta realidad y defiende la necesidad de un trabajo decente para lograr el desarrollo de las personas y de los pueblos, y evitar la pobreza.
La carta de los 10 principios internacionales del Comercio Justo incluye aspectos como el pago de un salario adecuado y digno a los trabajadores y trabajadoras, el mismo para ellos y ellas, las condiciones laborales seguras que no pongan en peligro la integridad de las personas y la libertad de asociación sindical. Por otro lado, las organizaciones de Comercio Justo se basan en un funcionamiento democrático, en el que los trabajadores y trabajadoras participan en decisiones como, por ejemplo, el destino de la prima de Comercio Justo.
Con estos planteamientos, el Comercio Justo lleva 60 años demostrando que se puede realizar otro comercio más humano y sostenible cuyas prácticas se basen en el trabajo decente y digno.