Artículo publicado en el blog Alterconsumismo/ El País el 25 octubre 2016
Tras 30 años de trayectoria en nuestro país, el movimiento del Comercio Justo ha experimentado un importante crecimiento. Desde aquellas dos primeras tiendas que la cooperativa Sandino (hoy Ideas) y la ONG Traperos de Emaús abrieron en Córdoba y Donostia-San Sebastián en el 86 hasta hoy, el desarrollo del Comercio Justo ha sido enorme en muchos aspectos. En el más básico, las ventas, han pasado de los 9 millones registrados en el año 2000 -el primero del que tenemos cifras- hasta los 35 millones en el 2015, según el último informe que hemos elaborado en la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ).
Pero además del crecimiento cuantitativo, en estos 30 años se han producido importantes cambios. Uno de los más destacados se refiere al tipo de artículos distribuidos. El Comercio Justo comenzó con la venta de artesanías, que mantuvieron su protagonismo durante muchos años. Sin embargo, ahora solo representan el 5’2% del mercado de productos justos, mientras que el 93% del consumo es de alimentación. Dentro de este sector, un único producto, el café, genera casi la mitad de las ventas.
Otro de los cambios fundamentales ha sido la incorporación de diferentes actores al Comercio Justo. En sus inicios fuimos las organizaciones sociales y ONG quienes introdujimos el movimiento en nuestro país y durante mucho tiempo prácticamente las únicas que defendíamos y difundíamos esta alternativa comercial solidaria y sostenible. Pero en los últimos años, empresas convencionales, otros comercios minoristas y el sector de la hostelería y restauración se han sumado al Comercio Justo, certificando parte de su producción o incorporando estos productos en sus establecimientos. De hecho, en la actualidad más del 70% del consumo de Comercio Justo se produce en el llamado sector HORECA (hostelería, restauración y catering) y en grandes supermercados.
Por su parte, las 78 tiendas y los más de 100 puntos de venta gestionados por organizaciones de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, han perdido cuota de mercado que ha quedado reducida a un 15%. No escondemos nuestra preocupación ante este hecho ya que las tiendas no son solo espacios de compra-venta, son muchísimo más. Son el corazón del movimiento. Para nosotros el Comercio Justo debe apoyarse en tres patas: comercialización, movilización social e incidencia política. Y estas dos últimas son las que se desarrollan en las tiendas y organizaciones.
Es precisamente todo este trabajo que realizamos al margen de la comercialización el que queremos poner de relieve en este año, en nuestro treinta aniversario. Todas las organizaciones de la CECJ desarrollamos acciones de sensibilización y campañas dirigidas a la ciudadanía, a estudiantes, profesorado, medios de comunicación, etc. Se trata de iniciativas de Educación para el Desarrollo, formación interna y externa, participación en ferias o denuncia en los que abordamos temas como el consumo responsable, las relaciones Norte-Sur o la explotación laboral. Su relación con la comercialización es esencial ya que dichas acciones se sostienen gracias a la venta de productos.
Pero además desde las organizaciones de Comercio Justo entendemos que para avanzar hacia nuestro objetivo último que no es otro sino el de cambiar las injustas reglas del comercio internacional y fomentar una economía más humana y sostenible, no podemos hacerlo solos. Por ello trabajamos junto con otros movimientos sociales y entidades con los que compartimos inquietudes. De ahí que la mayoría de las organizaciones estemos integradas en otras redes de la economía solidaria o plataformas de ONGD y voluntariado.
En resumen, esta sería la fotografía del Comercio Justo en nuestro país a día de hoy. Se trata de una imagen muy diferente a la de aquel incipiente movimiento social y solidario que comenzó en 1986 gracias a la inquietud de algunas personas y organizaciones. Hoy no solo está mucho más consolidado, sino que es más maduro y ha ganado en presencia en nuestra sociedad. En este nuevo escenario, las organizaciones de Comercio Justo seguimos trabajando con las mismas premisas y objetivos que hace 30 años, seguimos trabajando para que los productores y productoras de comunidades empobrecidas de América Latina, África y Asia tengan garantizados sus derechos, reciban el trato justo que todo ser humano merece y logren que su trabajo genere desarrollo para ellos, sus familias y su entorno. Los próximos 30, 50 o más años seguiremos haciéndolo como hasta ahora, pero el avance hacia estos objetivos no depende solo de nosotros sino de que haya consumidores y consumidoras comprometidos que quieran contribuir y sumarse a hacer este cambio posible.