Con motivo de la presentación del informe, recibimos la visita de Giorgio Dal Fiume, presidente de la Organización Mundial del Comercio Justo en Europa (WFTO-Europe). Con él hablamos de la situación del Comercio Justo en Europa: ventas, motivación del consumidor, presencia social, etc.

¿Cuál es la salud del Comercio Justo en Europa?

Si tenemos en cuenta los 50-60 años que lleva el Comercio Justo y la crisis, está bien de salud. Pero la situación es compleja: algunos órganos están muy bien y otros no tanto. Y sobre todo tenemos incertidumbre respecto a los años futuros. A nivel general la tendencia es positiva y el crecimiento fuerte: está aumentando el número de ciudades por el Comercio Justo; hay muchos países (Inglaterra, Suiza, Holanda) donde más del 25% de productos vendidos son Justos (café, té, cacao, banana); igual que en España, en Europa suben las ventas en supermercados; el Parlamento Europeo ha votado una resolución para pedir a la Comisión apoyo en todos los niveles; y la última encuesta del Eurobarómetro confirma que más del 41% de la población está dispuesta a gastar un poco más para comprar productos responsables en lo medioambiental y lo social.

Por otra parte, están estancadas o bajando las ventas en las tiendas, en unos países más (como Espaa o Francia), y en otros no tanto (Italia). Además está la gran crisis de la artesanía que supone un impacto muy grande en los productores que, muchas veces, se encuentran sin alternativas.

¿Cuál es la causa de la crisis de la artesanía?

Hay varias: la crisis económica ha impactado especialmente en la artesanía porque no es un producto cotidiano, no es un producto necesario, y la motivación de compra es más débil.

Además, las ventas en pequeñas tiendas han bajado y, por tanto, las de artesanía también. La alimentación ha bajado pero el consumidor puede encontrar estos productos en otros lugares, como el supermercado.

Por otro lado, la artesanía necesita inversiones continuas. Se pueden vender bananas o café durante muchos años sin cambiar el proceso productivo, pero en artesanía no puedes vender la misma taza durante varios años; es necesario cambiar su diseño, estilo y ello necesita mucho trabajo interno.

A raiz de la situación actual, ¿podemos pensar que está aumentando el número de consumidores responsables pero con un nivel más bajo de compromiso?

Hay muchos tipos de consumidores responsables: unos 100% y otros que compran estos productos sólo algún día. Hay mucha diferencia entre ambos pero todos sirven a la causa.  Desde el punto de vista de los productores, si hay alguien que compra todos los días, por ejemplo, un paquete de café, o si hay 365 personas que compran en navidad un paquete de café, el efecto para el productor es el mismo. Sería mejor que comprara diariamente pero no podemos menospreciar a quien no se compromete 100% porque también es importante, y puede suponer un primer paso en este proceso. El consumidor que compra en el supermercado es bienvenido porque, muchas veces, o lo compra allí o no lo va a comprar, ya que es posible que no tenga una tienda cerca. También necesitamos de estos consumidores.

¿Cuál es la motivación principal del consumidor de Comercio Justo: solidaridad, exotismo, distinción, calidad, protección del medio ambiente…?

Hay de todo: En nuestros estudios, hemos intentado preguntar fuera del grupo de los “militantes” (quienes compran cualquier artículo sólo por solidaridad) y hemos encontrado que la primera razón era la de apoyar a los pequeños productores, frente a la producción masificada y multinacional; después, la protección del medio ambiente y la calidad de los productos. Creo que esto es una mezcla positiva que refuerza nuestro mensaje: nuestros productos son comprometidos social y medioambientalmente y además son los mejores que es posible tener.

La calidad es un factor distintivo para nosotros y para los productores, y pone de manifiesto que los pequeños grupos pueden hacer el mejor café del mundo.

Todo esto demuestra que la militancia vale la pena.

En un sistema global marcado por el capitalismo y la avaricia, ¿somos muy ingenuos los del Comercio Justo?

No somos ingenuos cuando hablamos de alternativa económica, de otra manera de producir, comerciar y vender. Los ingenuos son quienes no nos escuchan, que piensan que esta crisis puede ser solucionada con un poco de dinero más en las Bolsas. Pero sí somos ingenuos pensando que no estamos haciendo economía. Somos “empresas” y ésta es una economía que crea una cultura. Somos ingenuos pensando que esto es sólo un movimiento social. Claro que lo es, pero es un movimiento social hecho por “empresas”.

En cuanto al trabajo en red entre organizaciones, ¿qué importancia tienen plataformas como la Coordinadora o la Organización Mundial de Comercio Justo (WFTO)?

Sobre todo, una importancia estratégica: aportan autogobierno, en ellas decidimos nuestras reglas para nosotros mismos, ¿qué hay más importante que esto? Además, constituyen un lugar de debate, en el que decidir democráticamente.

Es un espacio que representa a las organizaciones de Comercio Justo. Hay una gran diferencia entre productos y organizaciones: muchos venden productos pero no todos son organizaciones de Comercio Justo. Es vital que los consumidores entiendan esta diferencia: ellos promueven productos, nosotros además información y difundimos unos valores. Por ello necesitamos una “patronal” Justa que represente a los miembros, plantee sus propuestas a las instituciones, proponga estrategias, cambios, represente la voz de los productores… Si no, somos un sumatorio de organizaciones sin una voz común, sin criterios comunes, que es el riesgo más grande.

También hay otras motivaciones más concretas, pero también importantes, como es hacer fundraising, comunicación externa, servicios para los miembros…

Sin o con estas plataformas, el panorama del Comercio Justo es completamente diferente.

La importancia estratégica es vital, aunque esto no siempre es entendido así por las organizaciones. Tal vez haya una falta de cultura política: somos un movimiento y como tal debemos tener impacto. De lo contrario podemos ser percibidos como más débiles de lo que somos en realidad.

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