Desde el 5 de marzo de 2020, la ciudad de Belén -en el centro de Cisjordania a unos 9 km al sur de Jerusalén- quedó completamente bloqueada para los turistas debido a la irrupción de la Covid y el confinamiento. Esto ha supuesto terribles consecuencias para las familias que viven del turismo y la venta de artesanías tradicionales palestinas, que representan el 85% de sus ingresos. Muchos talleres han cerrado por completo.
Para la cooperativa de productos de madera de olivo y cerámica de Tierra Santa “The Holy Land Handicraft Cooperative Society”, pertenecer a la Organización Mundial de Comercio Justo (WFTO) y contar con el certificado que lo garantiza, les ha ayudado a seguir recibiendo pedidos. Poder seguir preparando pedidos ha revivido la zona y a sus habitantes, y ha permitido reabrir las puertas a dueños y empleados de talleres.
Layla Bannoura es una de las artesanas que está trabajando gracias a estos pedidos. Está muy orgullosa de poder cumplir con el deseo de Raja Bannoura, su esposo, que antes de fallecer en 2020, le pidió que mantuviera abierto el taller para que sus empleados pudieran seguir trabajando e ir mejorando su calidad de vida. La mayoría de la gente pensó que después de la muerte de Raja, Layla no podría hacerse cargo. Su esposo trabajó con estas artesanías en 1974 con su hermana, hermano y padre en un pequeño taller muy humilde con herramientas de carpintería muy pobres, y aún así creció para proporcionar empleo para otros 20 artesanos.
Tanto el pedido como la promesa que hizo a su esposo y el compromiso con sus empleados, son lo que le ha dado a Layla fuerza para continuar. “Me encanta ver de nuevo las herramientas en marcha, y a los artesanos trabajando nuevamente. Siento que mi esposo está presente, viendo que su misión sigue viva”, dice Layla.
Layla ha animado a su hijo, Adi, para hacerse cargo del taller con ella. Adi trabajaba como tallador de madera, ahora también administra el taller junto a su madre y recientemente es también el tesorero de HLHCS.
El olivo es la materia prima local con la que se elaboran sus artesanías. Después de la temporada de recolección, las partes podadas y desechadas de los olivos jóvenes se utilizan para ser tallados por manos artesanas. Estas partes débiles se toman de los árboles para fortalecerlos y refrescar las ramas de los árboles para vivir y producir más. Los brotes de los troncos de árboles viejos e improductivos también se utilizan para el mismo propósito. Esto hace que el olivo sobreviva y sea productivo y fresco por muchos años en la zona de Belén. Hay olivos vivos desde la época de Jesucristo. Los artesanos utilizan toda la madera comenzando por las piezas grandes, luego lo que queda de las piezas pequeñas como colgantes, adornos, etc. los residuos se utilizan para la chimenea
Talleres como el de Rajá, ahora en manos de Layla, han ayudado a preservar las tradiciones de la artesanía palestina de Tierra Santa. Layla es un ejemplo de las mujeres palestinas, que se enfrentan a tradiciones, religiones, construcción de paz, situaciones políticas, anteponiendo a todas las responsabilidades con sus familias, desafiando la merma de sus ingresos y asumiendo más toma de decisiones. Con historias como la de Layla, nos enteramos de la importancia del papel de la mujer en su sociedad y como se ha empoderado gracias a una oportunidad y a la confianza de la familia.
Cáritas, a través de su Red Interdiocesana de Comercio Justo apoya a la Cooperativa The Holy Land Handicraft Cooperative Society desde hace 10 años, no solo mediante la comercialización de sus productos en las tiendas y puntos de venta de la red, sino a través del acompañamiento y la sensibilización de la preocupante situación de los y las productores en Tierra Santa.
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