Este 25 de septiembre SETEM y la Campaña Ropa Limpia nos sumamos a una jornada de acción global para exigir salarios dignos para todas las personas, no riqueza para unas pocas.
Un salario digno no es un privilegio. Es un derecho humano fundamental y la base del trabajo decente. La dignidad no se limita a sobrevivir, también implica disponer de tiempo y recursos para vivir plenamente. Sin embargo, millones de personas en todo el mundo, especialmente en la industria de la moda, siguen recibiendo sueldos que no permiten cubrir ni lo más básico.
¿Qué entendemos por un salario digno?

A diferencia del salario mínimo legal, que en muchos países se encuentra muy por debajo del nivel de pobreza, el salario digno se define a partir de las necesidades reales de una persona y su familia. No depende de cuánto esté dispuesta a pagar una empresa, sino de lo que verdaderamente cuesta sostener una vida.
Un salario digno debe cubrir todos los gastos fundamentales: alimentación suficiente y saludable, vivienda adecuada, servicios de salud, transporte, vestimenta, educación, comunicación… y también aspectos que con frecuencia se consideran un privilegio: ahorro para emergencias, participación en la vida cultural o vacaciones.
Riqueza sostenida en la explotación laboral
La industria de la moda no solo se ubica entre las más contaminantes del planeta, también es una de las más desiguales. Mientras produce en exceso y genera montañas de desechos, mantiene a millones de personas —principalmente en el Sur global— atrapadas en la pobreza mediante salarios insuficientes. Regiones enteras terminan convertidas en basureros de un modelo que une la injusticia social con la destrucción ambiental.
Las grandes multinacionales del sector aumentan sus ganancias reduciendo al mínimo los costes laborales. En esta carrera de competencia extrema participan igualmente los países productores, que buscan atraer inversiones a cualquier precio. Bajo la presión de una posible fuga de fábricas hacia otros destinos, los gobiernos evitan fortalecer la protección laboral, las fábricas carecen de poder para negociar condiciones justas y las trabajadoras ven restringida su capacidad de reclamar.
El resultado es evidente: sueldos indignos, empleos inestables y vidas atrapadas en la precariedad.
Si a tí también te indigna esta realidad, alza tu voz en redes sociales con las etiquetas #SalariosDignosYa | #LivingWageNow | #LW4AllNotWealthForAFew y comparte esta información.
También te animamos a visitar la web de la Campaña Ropa Limpia, y a ver y difundir este corto animado.