La organización Palestinan Agricultura Relief Comitees (PARC) agrupa a pequeñas cooperativas agrícolas de Palestina que producen cus-cus, frutos secos o aceite de oliva, entre otros. La mayoría de estas cooperativas están formadas por mujeres. El objetivo de la organización es facilitar la comercialización de sus productos y favorecer el empoderamiento de las mujeres.

En el mes de noviembre, varias representantes de la PARC visitaron nuestro país en el marco de un proyecto de la ONGD ACPP financiado por la Unión Europea. Aquí además participaron en la feria Biocultura y ofrecieron una charla y taller de cocina en la ONGD Setem. Estos son algunos de los testimonios que recogimos durante esa jornada:

“Soy ingeniera agrónoma. Mi trabajo se centra sobre todo en el apoyo a los agricultores y especialmente a las mujeres rurales. En Gaza tiene la situación es difícil por el bloqueo, está totalmente bloqueada por todos lados, no podemos salir ni hacia Egipto ni hacia Israel. Es como una pequeña isla. Nos hacen falta muchos permisos para poder salir. Hemos tenido muchos problemas, hemos pasado intifadas, guerras…

Con las mujeres y los agricultores hemos hecho cursos para ayudarles a mejorar sus productos. Comenzamos enseñándoles las mejores maneras para elaborar los productos y después impartimos cursos de contabilidad y de cómo dirigir un pequeño proyecto. Nuestro proyecto tiene dos partes, por un lado, la asociación para el pequeño microcrédito, en la que una parte de los beneficios obtenidos se dona a la asociación y así tenemos la oportunidad de ofrecer microcréditos y les evitamos pasar por el banco donde encuentran muchos obstáculos. Por otro lado hemos formado un grupo de mujeres rurales para que tengan la oportunidad de intercambiar experiencias. Esto nos ha facilitado que podamos dirigirnos a cada mujer según sus necesidades. Todo lo que aprendemos y tratamos en esos grupos es para que la mujer tenga un mayor empoderamiento, para que las mujeres tengan más poder social y económico. Yo creo que cuando la mujer cuando tiene un poder adquisitivo, es autosuficiente, es una mujer fuerte en la sociedad que puede exigir y mandar”.

“Vengo de Ramala, soy agricultora. En mi cooperativa somos seis mujeres. Gracias a ella hemos conseguido ser más autosuficientes, tener más confianza en nosotras mismas y tener más poder en la sociedad. Ahora queremos poder abarcar más productos”.

“Una de nuestras dificultades es comercializar nuestros productos fuera del país. El coste para tener el sello de Comercio Justo es muy elevado, ya que se trata de agrupaciones pequeñas que no pueden asumir ese coste. Otras de nuestras dificultades son cuestiones personales de cada mujer, como el idioma o el nivel educativo. En las zonas rurales las mujeres tienen un nivel de estudios muy básico. Y además está la dificultad para desplazarnos bien por los problemas del país (bloqueos, necesitamos muchos permisos…) y otras veces por cuestiones personales como que la mujer debería tener más libertad a la hora de desplazarse desde las zonas rurales a la capital. Con esta misma visita algunas hemos recibido críticas de por viajar sin su marido o el hombre de la casa”.

“Cualquier proyecto que iniciamos si por causa de una guerra o un ataque queda destruido, lo volvemos a reanudar porque si no, no puede sobrevivir nuestra familia. En muchos hogares somos nosotras las que llevamos el dinero a casa.

Por ejemplo en el caso de los olivos, con cada guerra se destruyen totalmente los que habíamos plantado, pero lo volvemos a plantar y así una y otra vez. Siempre tenemos ganas de luchar y de empezar de nuevo”.

“Si no fuera por el Comercio Justo no podríamos vender nuestro producto al exterior porque no podemos competir con los bajos precios de los productos industriales, del mercado convencional. Nosotras en ese mercado no podemos entrar porque nuestra producción, que es ecológica, nos cuesta más dinero producirla, no podemos bajar nuestros productos al precio del mercado industrial.”

“Yo soy de un pueblo y antes estaba como atada a las costumbres de mi entorno.

Cuando conocí el mundo de las cooperativas y salí de ese entorno, aparte del poder económico que es importantísimo, a nivel personal mi cambio fue enorme, tenía más confianza en mí misma, sabía que podía ofrecer muchas cosas que no conocía o que no sabía que podía llegar a hacer.”

“Creo que con la unión viene la fuerza, cuando nos hemos unido cada una aporta su opinión, lo que sabe, su experiencia. Hemos podido aguantar mucho en nuestro trabajo cuando nos hemos unido. También creo que ayuda mucho a la mujer que salga de su casa, que no sea solamente una ama de casa. Eso desarrolla su confianza”.

“No solo nosotras nos hemos beneficiado, también nuestro entorno ha cambiado de mentalidad, por ejemplo mi marido me apoya, ayuda en la casa, mis hijos están acostumbrados a ver que su madre tiene que salir, viajar, y que ellos deben hacer sus cosas. Es un cambio también en el entorno, no solo para mí misma”.

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