Carmen Biain comenzó a colaborar con Medicus Mundi en los años 70. En ese momento organizaban exposiciones y venta de artesanías de América Latina. Esa iniciativa fue paulatinamente cambiando e incorporándose al movimiento del Comercio Justo. En la entrevista cuenta cómo ha sido esta evolución.

¿Desde cuándo colaboras en Medicus Mundi Álava?

Mi colaboración con Medicus Mundi Álava se remonta a cuando yo estaba en Ecuador, en el año 1975. Yo en ese momento no formaba parte de Medicus Mundi pero la organización colaboraba con dispensarios y estaban dentro del territorio donde yo trabajaba. En nuestras vacaciones me iba a recorrer distintas regiones del país donde comprábamos artesanía que enviábamos aquí, a Vitoria, para que Medicus Mundi pudiera organizar una exposición en las navidades. En ese momento se llamaba “artesanías del tercer mundo”. Cuando regresé, empecé primero como voluntaria en Medicus Mundi y más adelante a trabajar como contratada.

¿Cuál era vuestro objetivo al realizar estas exposiciones y venta de artesanías?

La finalidad en un primer momento para Medicus Mundi era tener una actividad que le proporcionara unos ingresos adicionales. Pero nosotros estábamos viviendo en Ecuador y conocíamos la situación de los artesanos, que estaban muy mal pagados por los mayoristas y se aprovechan de su trabajo. También veíamos situaciones como que compraban a los artesanos, por ejemplo, sombreros sin rematar, con lo cual les pagaban muchísimo menos dinero, porque luego el mayorista tenía unos operarios que remataban esos sombreros. Era una manera de “robarles” el trabajo que habían hecho. Por ello lo que intentábamos nosotros era no comprar en los almacenes de los mayoristas sino contactar con los artesanos directamente, pero no era nada fácil porque no estaban abiertos los “canales comerciales”.

Más adelante tuvimos la suerte de estar en ese momento histórico en el que comienza a gestarse MCCH que ahora es una de las organizaciones más reconocidas de Comercio Justo en Ecuador y en Latinoamérica. Ahí empiezan a trabajar el comercio y el contacto directo entre distintas organizaciones productoras. Comenzaron como una organización de productores que se intercambiaban productos directamente: el arroz de la costa iba para la sierra o el arroz o los frijoles de la sierra bajaban a la costa… Después MCCH fue dando pasos. A nivel mundial ya existía el Comercio Justo, entraron en ese movimiento y comenzaron a exportar su producción.

Nuestra experiencia nos hacía pensar que debía haber otra manera de funcionar que realmente diese el valor real a los artesanos. Con todo esto, cuando volvimos a Vitoria planteamos en Medicus Mundi que podía haber otra manera de trabajar esa exposición y esa venta.

¿Cómo cambió la venta y exposición?

El cambio fue paulatino. Planteamos que lo que teníamos que hacer era ir contactando con organizaciones. En ese momento en España ya se estaban dando los primeros pasos del movimiento del Comercio Justo aunque era muy incipiente todavía. Yo me puse en contacto con lo que hoy es Ideas, que en ese momento era Sandino, y vimos que también aquí teníamos ocasión de trabajar con otras organizaciones que estaban en esa misma dinámica. Después se empezó a gestar lo que sería el embrión de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, empezamos a asistir a las reuniones y después nos hicimos miembros.

¿Qué es lo que os llamó la atención del Comercio Justo para decidir que queríais participar en este movimiento?

Fundamentalmente fue nuestra experiencia de ver que al artesano, al productor, no le llegaba el beneficio del comercio. Veíamos que esto se debía a que no tenían unos canales directo de comercialización sino que dependían de los intermediarios. Vimos que el Comercio Justo daba respuesta a esta realidad que entendíamos como inaceptable.

Después Medicus Mundi empezó a realizar actividades de difusión y sensibilización, ¿verdad?

En la medida en que nos integramos en la Coordinadora y vimos cómo trabajaban otras organizaciones que empezaban a realizar materiales de difusión, nosotros también empezamos a hacer tareas para dar a conocer aquí el Comercio Justo.

¿Cuándo abristeis el primer punto de venta fijo?

Fue en el 2000. Hasta entonces nosotros manteníamos la campaña de navidad como un momento fuerte donde nos hacíamos visibles pero también trabajábamos con otros grupos de solidaridad, de parroquias, grupos culturales, etc. haciendo exposición y venta con ellos. Pero eran acciones puntuales. En el año 2000 la asociación de comerciantes de la Plaza de Abastos nos da la posibilidad de tener un punto de venta fijo y lo aceptamos porque nos parecía que debíamos seguir trabajando en Comercio Justo y la mejor forma era manteniendo un puesto de venta normalizado. En el 2009, dimos el paso de llevar a cabo un proyecto de tienda, que hoy mantenemos.

¿Crees que el público ha cambiado desde esas primeras campañas de Navidad hasta ahora?

Sí, ha cambiado el perfil del consumidor. Sigue habiendo, y posiblemente es nuestra base más solida, personas mayores de 60 años que tienen un componente de solidaridad muy fuerte en su compra pero también est el otro perfil de personas más jóvenes que buscan un consumo más alternativo, un producto ecológico y que busca diferenciar su compra.

En cuanto a los voluntarios, ¿cuáles son sus motivaciones?

El perfil de quienes colaboran en Comercio Justo en Medicus Mundi, en su mayoría, son personas que han dejado su vida laboral, tienen ganas de hacer algo por los demás y han visto aquí una oportunidad para hacerlo. Ven en la tienda y el Comercio Justo una herramienta de ayuda o colaboración para que este cambio de la realidad mundial sea posible, quieren poner su granito de arena para conseguirlo. Quieren colaborar con un proyecto que les resulta interesante y que quieren que siga adelante.

¿Por qué te parece importante seguir trabajando hoy en Comercio Justo?

Yo sigo manteniendo que las relaciones comerciales deben darse de la manera más directa posible, que beneficien al que produce y que el beneficio no quede en una de las partes sino que llegue a todas las personas que intervienen en ese intercambio comercial. Eso lo garantiza el Comercio Justo. Creo, además, que es una manera de visibilizar situaciones laborales en el mundo que tenemos que conocer y ser críticos ante ellos, y en ese sentido el hace una labor muy importante. Me sigue pareciendo muy válido todo el trabajo dentro del movimiento del Comercio Justo para llamar la atención de que el comercio mundial y local no es justo y no beneficia a las personas como debería. Y todo esto se acompaña de una acción encaminada a realizar otro tipo de comercio.

En el Comercio Justo se garantiza que el beneficio no queda en una parte de la cadena comercial, sino que llega a todas, sobre todo a las y los productores.

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